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Argentina: elecciones y erecciones


La noticia piola, si cabe, es que este país es cada vez menos justicialista. Al menos brindad por ello. Esa persistente maquinaria social con aspiraciones religiosas, diseñada para que clases enemigas compartan la mesa, basada en oportunistas y rastreras victimizaciones, tiene sus días contados. De levantarse este parásito, tan habituado a reciclar su mierda, otra vez rodará la piedra de Sísifo.
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Acerca de justicialismo (tradición política argentina)


Es necesario estudiar el fenómeno justicialista como religión política, noción acuñada por alguien que me parece urgente aplicar en este caso. La idea tiene defectos que deben precisarse y corregirse a su tiempo: supone fenómenos separados que lo son sólo en apariencia o en la artificial matriz institucional moderna (toda institución religiosa atañe de modo fundamental a lo político) y equivale 'religión' como parámetro de referencia a su forma específica en Europa (su cristiandad que de ningún modo es universal). Lo que por el momento es evidente es la semejanza entre cristianismo y justicialismo. El síndrome de la enfermedad es similar (culto a la miseria y a la víctima; relación dependiente entre ganado y pastores; imaginación utópica: 'paraíso perdido'; instrumentación de la culpa; tiempo mesiánico; fetiche discursivo; mitos y ritos análogos; etc.). Partiendo de que enfermedad es básicamente pérdida de vitalidad o de equilibrio vital, habrá que hurgar en el trauma que le ha dado origen. Cuando historiadores señalan la dificultad de estudiar este fenómeno, de algún modo confiesan la dificultad de estudiar una fe que, en tanto operación racional, blinda una ideología dogmática que no resiste argumentaciones racionales.
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