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Y ahora, ¿qué izquierda hacemos?


Mutatis mutandis, estas palabras escritas por Perry Anderson hace algo más de veinte años vuelven a interpelarnos hoy en toda su crudeza y urgencia. No debería caber, al menos entre personas honradas, la tentación de relativizar la profundidad de esa derrota de la que venimos y que habitamos. Hace cuatro meses, en casi exacta y siniestra coincidencia con el primer decenario de las movilizaciones del 15-M, la arrolladora victoria de las ultraderechas neoconservadora y neofascista en las elecciones autonómicas madrileñas ponía otra vez esa derrota, rotunda e inapelable, ante nuestra vista, y cernía su sombra asfixiante sobre nuestro porvenir. Unas semanas después, en una suerte de teatralización apresurada, chapucera y por momentos grotesca, Podemos impostaba en una desangelada cuarta asamblea estatal la transición de poderes del dimisionario Pablo Iglesias hacia una nueva dirección que, aparte la ausencia del exvicepresidente, en poco se distingue sustancialmente de la anterior, a la vez que Yolanda Díaz recogía, aunque sin asumir definitivamente, el testigo de Iglesias en la conducción política y la candidatura a la presidencia del gobierno de Unidas Podemos. Y después, y hasta ahora, poco más, o simplemente nada. Por igual los muy buenos, buenos, mediocres o pésimos miles de ensayos, artículos, columnas, horas de tertulia y debates en redes sociales dedicados en aquellas semanas posteriores a las elecciones a detallar lo ocurrido en Madrid, ponerlo en relación con la situación política del resto del país y con nuestra historia política cercana y remota y ofrecerle algún tipo de solución en el futuro fueron rápidamente arrastrados al olvido por la torrencial y corrosiva inercia infocomunicativa característica de nuestra era digital. Si durante aquellas semanas, bajo la inmediata conmoción de la derrota, pareció prender cierto atisbo de conversación y voluntad compartidas entre parte de las bases activas y los intelectuales públicos de las izquierdas, las inercias asfixiantes de la desafección, el fatalismo, la dispersión de la atención y el enfrentamiento altisonante y ceñudo tardaron muy poco en volver a dominarlo todo en la franja izquierda de nuestra esfera pública, mientras la derecha celebraba su victoria con la más estridente algarabía y redoblaba su ofensiva política, social y cultural sobre el resto del país, frente a un gobierno de coalición progresista cuyo complejo arqueo de logros y renuncias difícilmente puede retratarse a brocha gorda, ya sea esta triunfal o catastrófica, pero que todas luces es evidente que no logra ensanchar ni electrizar a su propia base social y electoral, y se arrastra agónicamente de una encuesta de intención de voto a la siguiente entre la supervivencia por la mínima y la extinción.

Cabe sin lugar a dudas juzgar con severidad el enorme despropósito cometido por Podemos al zanjar la sucesión de Iglesias con una suerte de entronización merovingia de su aparato burocrático, sin el más remoto atisbo de debate en profundidad, ni entre sus menguadas bases activas, ni aún menos con su entorno, empezando por quienes, tantos, muchos más de hecho que quienes aún quedan dentro, una vez formaron parte del proyecto y lo han ido abandonando en el transcurso de estos años. Cabe también cuestionar si la estrategia de reorganización del espacio político transformador iniciada por Yolanda Díaz, y de la que estos días intuimos aquí o allá algunos discretos destellos, es adecuada y suficiente a la cualidad y magnitud del desastre que pretende remontar. Y cabe aún preguntarse si otras fuerzas políticas transformadoras fuera de Unidas Podemos, muy especialmente Más País y Anticapitalistas, y también los distintos grupos de afinidad e intelectuales colectivos que durante estos años han operado en la estela de Podemos y Unidas Podemos, están adoptando las posiciones adecuadas para aportar cuanto podrían hacerlo para encarar mejor esta situación. Pero sobre todo, más allá de la crónica interminable y al cabo insustancial y aburridísima de encuentros y desencuentros, tejemanejes y disputas entre los distintos aparatos partidarios o dentro de cada uno de ellos, hay que preguntarse por la situación de absoluta desagregación y desmoralización de los cientos de miles de personas que componen el estrato más constante, informado y activo de la base social, cultural y electoral de las izquierdas, su osamenta, su músculo y su nervio, no siempre armoniosamente moldeados por la historia, pero que una y otra vez, en tiempos buenos, malos y peores, ha puesto el cuerpo en cada oleada de movilizaciones, en cada huelga general y cada campaña electoral, en la representación sindical laboral y estudiantil, los movimientos sociales, el tercer sector, la economía social o la comunicación y la cultura críticas, y también en la barra del bar del barrio o la facultad, en el grupo de WhatsApp de la pandilla del instituto y en la no por más íntima menos encarnizada batalla política de la sobremesa familiar. O sea, nuestra gente. Nosotras mismas.

Toda esfera pública, tanto la general, esa en la que lo queramos o no todas habitamos por igual, como sus distintas regiones ideológicas, más o menos centrales o periféricas, visibles o subterráneas, a las que nos adscribimos voluntariamente, se rige por una compleja física de tensiones y flujos, ondulaciones, abigarramientos y también vacíos. En toda esfera pública, un vacío es un poderoso organizador de la conversación que lo circunda. No hay posiblemente hoy, en las esferas públicas de las izquierdas, un vacío mayor y de más intenso poder ordenador que aquel que, casi perfectamente precintado y hermético, debería servir de escenario a la conversación que no estamos teniendo sobre la masiva desafección y desmovilización de esa base social, cultural y electoral activa de las izquierdas, sobre sus causas y sus remedios. No hay indicador que se quiera utilizar, desde la movilización callejera a la venta de libros y revistas, el tráfico en redes sociales y por supuesto el sufragio, que no remita una y otra vez a esa desafección y desmovilización masiva de las izquierdas. Por supuesto, es un tema constante en nuestra conversación política privada, en torno a unas cervezas o en grupos cerrados de mensajería digital, pero rarísima vez aflora a nuestra conversación política pública, y cuando lo hace, por mucho que responda a una realidad sociológica de masas perfectamente constatable y a menudo perfectamente cuantificable, es recibido con una suerte de mohín entre incómodo y desdeñoso, como si las docenas de diputados y alcaldes, cientos de concejales y miles de votos evaporados en el ciclo electoral de 2019 fuesen producto exclusivo de las inclemencias del tiempo, o de la maléfica pero provisional influencia de nuestros rivales familiares dentro del propio bloque histórico.

No es preciso insistir, ni es esta la ocasión para hacerlo, en un raconto detallado de la atribulada travesía de las izquierdas españolas, de perder a medias la transición de la dictadura a la democracia en los años setenta, perder enteros el referendo de la OTAN y la desindustrialización en los ochenta y atravesar el desierto neoliberal acantonados en admirables pero también desoladoras condiciones de irrelevancia social, cultural y política en los noventa, hasta, durante la primera década y media de este siglo, todo ese lento y laborioso reexistir que va del no a la LOU, el nunca máis, el altermundismo, la memoria histórica, el no a la guerra y el pásalo hasta el 15-M, los movimientos de masas por la vivienda y los servicios públicos y finalmente Podemos, el sorpasso al PSOE, los setenta y un diputados y las alcaldías simultáneas de la mayoría de las grandes ciudades del país en 2015. No es casual que aquella del desencanto postransicional sea una de las categorías analíticas fundamentales de la moderna historia de nuestras izquierdas, y da cuenta de su profundidad que hicieran falta quince años y el empeño y los talentos de una generación política entera para apenas empezar a remontarlo. Si el colapso final de ese ciclo político, tan feliz como desacostumbradamente optimista y propositivo, inaugurado en las protestas del 15 de mayo de 2011, reiniciado en las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014 y que se cierra con la derrota electoral en Madrid, la dimisión de Iglesias y el decenario funeral del 15-M, ha sido traumático para esa generación nacida tras la muerte de Franco que mayoritariamente lo ha conducido, lo ha sido aún más para las cohortes de edad anteriores que también han participado de él, para las que supone una tragedia repetida que incita con redoblada intensidad al fatalismo. Resulta en ese sentido extraordinariamente significativo que en algún momento en torno a 2016 la novela Asesinato en el Comité Central de la saga del detective Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán empezase a ser objeto de atención y comentario, como una suerte de símbolo o mensaje cifrado que se traspasase de una generación a otra: un libro soberbio, sin duda, como casi todos los de su autor, pero cuya renovada actualidad no puede sin embargo augurar nada más que pésimas noticias para las izquierdas.

No somos ingenuos: no existe la izquierda sin conflicto, también dentro de sí misma. Nuestra historia, desde 1789 y aun antes hasta ahora mismo, es un recordatorio suficientemente vívido y constante como para tener que insistir demasiado sobre ello, ni sobre los espeluznantes peligros y tragedias a los que, mal administradas, esas disputas de familia pueden llegar a arrastrarnos. Pero honradamente hay que decir también, aún a riesgo de ser tildados de simples de espíritu, que algunos, probablemente muchos, de entre quienes de un modo u otro participamos activamente de este pasado ciclo político dentro o en las inmediaciones de Podemos, esperábamos enfrentar complicaciones enormes, monstruosas incluso, pero no otra vez, y menos con tamaña virulencia, aquellas mismas de las que es reflejo novelado la peripecia madrileña de Carvalho y tan cruelmente martirizaron las vidas políticas de nuestros mayores, que asociábamos a un modo de hacer política reiteradamente fracasado y autodestructivo que, con la exitosa aparición del nuevo sujeto electoral, creímos final y felizmente periclitadas. La historia de cómo fue demolida desde dentro esa expectativa está aún por contar, o al menos por contar honradamente, y es urgente hacerlo, porque en ella anidan también muchas de las claves para pensar el tiempo político que viene y los sujetos y proyectos que desde la margen izquierda de la historia deberíamos poner en pie para disputarlo.

Se ha dicho a menudo, y es cierto y fundamental, que la clave del fulgurante éxito inicial de Podemos fue reinstalar la posibilidad de la victoria en el imaginario de las izquierdas. Pero también lo fue la posibilidad de habitar, al fin, un espacio en que la militancia política no fuera un desierto burocrático, humanamente tóxico, intelectualmente estéril, periódicamente sacudido por sangrías fratricidas de motivación casi siempre infame o absurda, de las que por desgracia cuantos hemos hecho algún tramo de nuestro trayecto político en Izquierda Unida o sus inmediaciones hemos sido invariablemente testigos y en no pocas ocasiones víctimas. En Podemos creímos ver, en cambio, un espacio político indisimuladamente realista y pragmático en sus posiciones programáticas, pero también heredero de una serie de aprendizajes y experiencias organizativas, intelectuales y morales alternativos a los de aquella izquierda política clásica casi enteramente desarraigada de los movimientos sociales y la cultura crítica, que venía enviando a sus casas una legión de sus mejores militantes carbonizados tras cada recambio en su dirección, y que, reducida ya a una débil, hosca y dogmática trinchera asediada, fue absolutamente incapaz de traducir políticamente los deseos y las energías de los ciclos de movilización social de 2001-2004 y 2011-2013. Ambas claves del éxito de Podemos se desvanecieron simultánea y, cabe fundadamente sospechar, relacionadamente. Es absolutamente incierto, como siguen insistiendo Íñigo Errejón y algunos de sus seguidores más leales, que todo empezara a ir mal en Podemos con la celebración del segundo Vistalegre en invierno de 2017. Ya en torno al primero, en otoño de 2014, el partido empezaba a desangrarse en su búsqueda obsesiva e implacable, estúpida y desastrosamente conducida por Errejón e igual de estúpida y desastrosamente tolerada por Iglesias, de una unanimidad cuartelaria de contenidos y estilos, absolutamente imposible en un partido directamente enraizado de una experiencia de debate público extenso y autoorganización horizontal como el 15-M sin infligir por el camino mutilaciones brutales a su cuerpo social y moral, y que muy pronto consumiría hornadas enteras de militantes y cuadros a una velocidad de vértigo, escalofriante hasta para los más encallecidos fontaneros de las izquierdas históricas, que ninguna tasa de reposición, ni siquiera en un momento álgido de movilización social, y aquel no era ya precisamente uno de ellos, hubiese podido compensar. Convertida esta automutilación primero en rutina y luego en compulsión, y trituradas, gracias al impresionante apoyo recabado por Iglesias y el resto de fundadores del partido entre los sectores de más reciente y menos informada politización, las disidencias ideológica y geográficamente periféricas, esos mismos fundadores pasaron prontamente a devorarse entre sí con una fruición asombrosa, en una dinámica demencial que terminaría conduciendo a la pérdida de casi todos sus gobiernos municipales y la mitad de su cuerpo parlamentario y a la doble escisión por izquierda y derecha de Anticapitalistas y Más País.

Pero la escisión más importante de Podemos no es ni la liderada por Errejón ni la liderada por Teresa Rodríguez, sino aquella otra, bastantes veces mayor que la suma de ambas, pero anónima, pasiva y silenciosa, de las sillas vacías en los mítines, de los barrios y pueblos sin carteles, de los lacónicos y resignados llamamientos al mero sufragio defensivo en las redes sociales, de todos aquellos preciosos votos adicionales que en esta ocasión mucha menos gente sintió tener motivos ni fuerzas para arañar en la cola de la frutería o el grupo de WhatsApp familiar. Y todo ello no fue tanto por la abundancia o ausencia de banderas tricolores, rojas o rojigualdas, las invocaciones alternativas a la gente, el pueblo o la clase, el número excesivo o escaso de menciones a la patria por minuto de discurso, sino por el penoso debate a garrotazos entre las enajenadas banderías que ondeaban una u otra posición, de manera cada vez más sectaria y histriónica, más pobremente articulada, a menudo un mero encadenamiento mecánico de fetiches retóricos fosilizados que, diciendo apelar a mayorías sociales, solo buscaban reafirmar una pequeña identidad gregaria y hacerse un hueco en su estructura burocrática. Fue ante este espectáculo abominable que tantos miles y miles de militantes y cuadros del cambio se desvanecieron, dejando el mapa de más de media España expedito para el retorno del bipartidismo, primero, y la emergencia neofascista, después. Dijo en alguna ocasión Santiago Alba Rico que, en el Podemos resultante de todos aquellos procesos de degradación, la única manera de intervenir era conspirando, y efectivamente quienes únicamente siguieron interviniendo fueron los conspiradores más duchos, categoría que, con un puñadito de honrosas excepciones, no ha solido coincidir con la de los activistas sociales, organizadores comunitarios o intelectuales públicos, de la más diversa filiación en el tupido árbol genealógico de las izquierdas, que en cada territorio y en casi cada municipio de este país se echaron Podemos a las espaldas en la primavera y el verano de 2014, que levantaron las mejores campañas electorales desde la transición a la democracia en pueblos y comarcas cuyo nombre jamás ha sonado entre las sapientísimas paredes de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, y que hoy mayoritariamente han retornado, en los mejores casos, a una u otra forma de micromilitancia testimonial y el discreto y desganado voto defensivo, y en los peores, a engrosar las crecientes filas del segundo desencanto, la desmovilización y la abstención. Quien dude de que todo esto sea cierto, no tiene para certificarlo más que comparar un mapa de los círculos de Podemos activos en el verano y otoño de 2014 y uno de los activos ahora mismo, o echar un vistazo a los testimonios gráficos de los primeros pasos de su Podemos local o autonómico de referencia, comprobar cuántos de entre quienes aparecen en ellos siguen haciendo política y comparar los perfiles biográficos y bibliográficos de quienes se marcharon con los de quienes hoy desempeñan sus mismas tareas y responsabilidades, si es que las desempeña alguien, lo que no siempre es el caso con más de media España convertida ya en una vasta zona blanca sin más presencia de Podemos que algunos grupos de Telegram en los que un puñado de personas, en general de edad avanzada, sin otros vínculos asociativos conocidos y embargados por la nostalgia acrítica y victimista de aquellos ya lejanos tiempos de euforia, circulan en bucle memes hagiográficos de Iglesias, monólogos de Juan Carlos Monedero y enlaces a La Última Hora.

Hace ya tiempo Podemos decidió no acoger en sus filas a nadie que no estuviese dispuesto a sancionar sin reflexión alguna absolutamente cualquier cosa que a su dirección se le antoje proponerle, y encoger el perímetro del partido cuanto sea menester hasta haberse asegurado ese objetivo, así que muy difícilmente cabe esperar de ellos la más ínfima voluntad de iniciar diálogo alguno con ese vasto y disperso reguero de militantes descantados y fuerzas desperdiciadas que su desintegración ha provocado. Yolanda Díaz sí debería hacerlo, y cuanto antes, aunque también resulte comprensible su prudencia ante las resistencias y recelos que dentro y fuera de Podemos y Unidas Podemos pueda despertar su iniciativa. Quienes hace ahora siete veranos, a veces en contradicción con algunas de sus convicciones ideológicas más íntimas, como fue el caso de muchas compañeras y compañeros libertarios, pero también convencidos de estar con ello remando en favor de un bien común mayor, aceptaron el envite del grupo fundador de Podemos y se echaron a los barrios y pueblos de las españas para, en plazas, parques, casas de cultura o locales vecinales, proclamar que podíamos mover ficha, votar con ilusión y tomarnos en serio nuestros sueños, exigirán ahora, y con toda razón y el aval incuestionable de la penosa experiencia de estos años, garantías de no estar otra vez iniciando una cabalgada hacia el vacío. Quien desee volver a reunir, inspirar y movilizar a lo mejor de este país, y Yolanda Díaz parece honesta y resueltamente desearlo ―y es además la única persona que, al menos en el corto y medio plazo, parece atesorar el capital político suficiente como para intentarlo con alguna posibilidad de éxito―, deberá garantizar a toda esa multitud decepcionada, dolida y desconfiada un nuevo entorno político en el que argumentar pese más que conspirar, en el que quien demande explicaciones a quienes desempeñan responsabilidades orgánicas o públicas reciba explicaciones y no silencio, difamación, acoso o coacción, en el que quien concurra a procesos internos tenga la certeza de ganarlos o perderlos en plena dignidad e igualdad de condiciones, y de que al menor atisbo de duda sobre ello encuentre el amparo de una institucionalidad confiable que lo aclare, en el que a los esfuerzos, sacrificios y sinsabores que siempre supone la actividad política transformadora no haya que sumar, otra maldita vez, el bochorno de contemplarnos a nosotras mismas, pasmadas y avergonzadas, tratando lastimosamente de justificar situaciones y prácticas de todo punto injustificables ante las mismas familiares, amigas o vecinas cuyas conciencias y votos estamos pretendiendo movilizar. Sin duda que deberemos seguir discutiendo, y esa discusión será a menudo áspera, encarnizada incluso, sobre reindustrialización verde o decrecimiento, renta básica o empleo garantizado, patriotismo cívico o cosmopolitismo, gobiernos de coalición o apoyos parlamentarios y otras tantas y tantas cuestiones centrales y acuciantes de nuestro programa y estrategia política, pero esa discusión no puede volver a tener como marco los mismos niveles disparatados de envilecimiento moral y mendicidad intelectual, paranoia sectaria y clientelismo cortesano, característicos del modelo de funcionamiento, impuesto a golpe de camarilla, purga, filtración, lista negra y lista plancha, que Podemos ha convertido en indeleble sinónimo de la derrota en estos años.

Una década es a la vez mucho y muy poco tiempo. Mucho tiempo, en el que hay margen para fraguar una esperanza, encaramarse a ella y otear el horizonte, sentirla desmoronarse bajo nuestros pies y estamparnos dolorosamente contra el suelo, pero también poco tiempo, especialmente cuando en toda su segunda mitad la declinante movilización social ―con la sola excepción del feminismo, aquejado a su vez por su propia y profunda crisis ideológica y organizativa― ha ralentizado y enrarecido los procesos de socialización política, especialmente entre los más jóvenes. No hay ahí fuera, en ninguna parte, agazapada, otra base social enteramente nueva de refresco, esperando para tomar el relevo de la agotada, asqueada y avergonzada por los acontecimientos de estos años, y deberán ser en buena medida los mismos cuerpos que animaron las plazas y las urnas durante todo el ciclo precedente los que pongan en pie lo que sea que la izquierda tenga que ofrecerle a este país en los tiempos por venir. No podemos permanecer eternamente encadenados a los agravios acumulados en este inesperado y calamitoso segundo asesinato en el Comité Central, pero tampoco se puede aspirar a reanimar los cuerpos que lo han padecido sin reconocer y restañar sus destrozos y poner sobre la mesa instrumentos confiables que garanticen su no repetición. El ciclo político que dejamos atrás no arroja, ni mucho menos, un balance enteramente negativo, pero la terrible losa de pesimismo histórico e incluso antropológico que ha dejado caer sobre la conciencia de las izquierdas no puede ser simplemente ignorada, sino decididamente removida, y los traumas que ha provocado, cuidadosamente sanados, sensibilidad a sensibilidad, territorio a territorio, militante a militante, como quien repara, mediante el venerable arte del kintsugi, una vajilla mal quebrada en mil pedazos. Será entonces, y solo entonces, cuando todo lo bien hecho y bien aprendido en el curso de esta década pasada, todas aquellas jornadas dichosas de plazas y urnas rebosantes y los pasos ciertos que nos condujeron a ellas, vuelvan a resultarnos hermosos y útiles. Es un reto sin duda endemoniado, pero sin antes resolverlo en modo alguno podrán volver a reunirse las fuerzas capaces de torcer las tendencias históricas que hoy nos empujan a la irrelevancia social, cultural y política, y mañana bien podrían, no ya solo perpetuar las lacerantes injusticias y absurdos del presente, sino abrir el paso a las derechas neoconservadora y neofascista hacia la dirección del Estado, y con ello a la transformación de este país en esa segunda Hungría a orillas del Mediterráneo de las que las comunidades autónomas y municipios ya gobernados en coalición tácita o explícita por el Partido Popular y Vox sirven de heraldos espantosos. Si aún empezando ahora mismo ya sería un empeño incierto, puede que dentro de seis, nueve o doce meses nos falten ya las fuerzas y los ánimos hasta para siquiera poder intentarlo. El precio de fracasar en este empeño es sencillamente inconcebible, para nosotras mismas y también para las generaciones venideras. Si hubo en nuestra historia reciente un instante histórico crucial que demandase de nosotras toda nuestra inteligencia, toda nuestra integridad, toda nuestra astucia, toda nuestra audacia, es exactamente este. No lo dejemos pasar.

Jónatham F. Moriche (Plasencia, 1976), activista y escritor extremeño. Ha publicado textos de análisis político y crítica cultural en medios como El Salto, La Marea, Eldiario, Rebelión o Diario Hoy.

Fuente: https://elcuadernodigital.com/2021/09/01/y-ahora-que-izquierda-hacemos/
https://rebelion.org/y-ahora-que-izquierda-hacemos/






Alianza paraestatal contra reclamos ancestrales de comunidades Mapuches


El grupo organizador se denomina Consenso Bariloche. Allí confluyen diversas organizaciones con intereses sobre las tierras y contra los reclamos ancestrales de las comunidades originarias.

Las Huaytekas, integrantes de la comunidad mapuche,
expresaron en un comunicado la finalidad de esta organización: “su objetivo es continuar fortaleciendo el accionar racista, xenofóbico, discriminatorio y violento que viene ejerciendo este grupo sobre las poblaciones más relegadas y empobrecidas”.

En este contexto, se realizaron acciones de repudio hacia la comunidad Mapuche. En la puerta del hotel donde se efectuó la actividad, hubo provocaciones de personas con banderas y carteles de la organización NOS -partido político fundado por Gómez Centurión– que en sus bases ideológicas expresa el odio a las minorías, la oposición a la educación sexual integral en instituciones educativas y a la posibilidad de decidir de los cuerpos gestantes a abortar.

Paradójicamente, la actividad se realizó en el hotel llamado Cacique Inakayal. El nombre proviene de uno de los últimos líderes indígenas que resistió la masacre perpetrada por el ejército al mando de Julio Argentino Roca, quien aún tiene un monumento en el centro cívico de Bariloche. Inakayal murió en el año 1888 mientras era exhibido vivo en el Museo de La Plata. La comunidad Mapuche aún reclama la restitución total de sus restos.

En los últimos años se incrementó la violencia y estigmatización contra las comunidades mapuches. El movimiento fascista Alerta Nacional, liderado por Biondini, está repartiendo panfletos contra los pueblos originarios.

A ambos lados de la cordillera, los Estados utilizaron software de vigilancia y control israelí para generar una opinión pública contraria a los reclamos de las comunidades mapuches. El trabajo conjunto de los grupos paramilatares de Gendarmería y Carabineros, recuerda los vínculos entre las fuerzas represivas en las últimas dictaduras cívico-militar-eclesiásticas de la región.

Asimismo, varios medios de comunicación hegemónicos se están haciendo eco de falsas denuncias encabezadas por personajes ligados al grupo Consenso Bariloche.

Mientras tanto continúa, por parte de los Estados, el encierro y el genocidio contra el pueblo mapuche. No solo por el reclamo de sus tierras, sino por la lucha que llevan adelante, tal como lo expresó el lonko Facundo Jones Huala en una entrevista a Virginia Bolten: “Si bien se enmarca dentro de procesos anticapitalistas, antioligárquicos, antiimperialistas y evidentemente contra todo proceso de contaminación y destrucción de nuestro territorio, creo que allí es donde tenemos que ser capaces de discutir con la verdad, y consensuar desde la verdad cual es la identidad real que nosotros tenemos, cual es la identidad del otro, que también tenemos un enemigo común. Creo que esto es importante también para comprender que tenemos una casa común que es el planeta Tierra”.

Fuente: http://virginiabolten.com.ar/latinoamerica/alianza-paraestatal-contra-reclamos-ancestrales-de-comunidades-mapuches/
https://rebelion.org/alianza-paraestatal-contra-reclamos-ancestrales-de-comunidades-mapuches/



El lobby del petróleo calienta motores para influir en la COP 26


Shell y Oil & Gas UK (OGUK), como representantes de las empresas con plataformas petrolíferas en alta mar, ya se acercaron en su día al ministro de Energía escocés, Paul Wheelhouse, con la intención de ejercer presión de cara a la cumbre del clima (COP 26) fijada en principio para 2020. Insisten en que su industria podría ayudar en la transición a un futuro con bajas emisiones de carbono.

Los ecologistas han acusado a estas compañías de hacer greenwashing y han pedido que la industria de los combustibles fósiles se mantenga fuera de la cumbre. Advierten de que lo que buscan estas empresas es bloquear la acción necesaria para combatir la emergencia climática y “secuestrar” la agenda de la reunión. Las petroleras se defienden insistiendo en que tienen un sincero compromiso en reducir el nivel de contaminación. La cumbre es “el escenario ideal para exhibir un liderazgo global en relación con el cambio climático”, afirman desde OGUK.

La COP 26 podría ser la cumbre internacional más grande en la historia del Reino Unido. Mucha gente la considera el acontecimiento más importante desde el pacto para reducir las emisiones conseguido en París en 2015, un acuerdo histórico que entonces fue firmado por 196 países. Se espera que el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, acuda a la cita.

¿Cómo funcionan los lobbies?

Los lobbies deben registrarse en el Parlamento escocés cada vez que tengan reuniones cara a cara con ministros y diputados. Pero solo tienen que hacerlo cada seis meses, por lo que estas reuniones pueden no trascender al público hasta varios meses después. Dicho registro revela que el director de la filial británica de Shell, John Gallagher, tuvo una de estas reuniones con el ministro Wheelhouse en una conferencia celebrada en Florencia (Italia), el 3 de febrero de 2020. “Se habló de diversos temas durante ese encuentro, principalmente del cambio climático y de las previsiones que hay para Escocia. Y también del importante papel del gas en la transición energética”, atestaba la compañía en su escrito. “También se trató el tema de la COP 26 en Glasgow y el de la importancia de equilibrar el mensaje en los días anteriores al evento. Y, además, de la necesidad de destacar el papel de las compañías de petróleo y gas como elemento clave en la transición energética, porque el sector tiene una experiencia de primer orden en esa materia”.

Tres cargos de Shell también presionaron al líder conservador escocés, Jackson Carlaw, en la sede del Parlamento en febrero de 2020. En la reunión hablaron de los “preparativos de cara a la COP26”. Gareth Wynn y Matthew Abraham, ambos representantes de OGUK, también cabildearon con Wheelhouse por videoconferencia el 17 de junio de 2020. Uno de sus propósitos era “preguntar al ministro si la OGUK podría contactar con el gobierno antes de que se planificara la COP 26, teniendo en cuenta los objetivos de emisiones publicados recientemente por la industria”.

La organización Amigos de la Tierra Escocia acusó a los “grandes contaminadores” de no hacer ya ningún esfuerzo por disimular sus deseos de influir en la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima. «La industria de los combustibles fósiles hará todo lo que esté en su mano por utilizar esta prestigiosa cumbre para hacer greenwashing e impedir una respuesta transformadora a la emergencia climática», afirmó Mary Church, portavoz de las campañas de este grupo ecologista.

“El plan de ‘cero emisiones’ de OGUK es completamente hipócrita y entra claramente en la categoría del greenwashing, ya que se centra en la pequeña porción de emisiones relacionada con su producción e ignora el impacto real que tendrá ese petróleo y ese gas que extraen”, añadió. Church argumenta que se necesita una “rápida” sustitución del gas y el petróleo por energías renovables. Lo que propone OGUK es hablar sobre una “transición justa” para limitar el aumento de la temperatura media global a 1,5 ºC. Y por eso, según Church, “no se les debería dejar acercarse a la COP26”.

La activista también señaló que las “incoherencias” de los gobiernos británico y escocés estaban quedando evidencia bajo el foco de la COP 26, especialmente por sus relaciones con el grupo que ella denomina “las animadoras de los combustibles fósiles”. La presión popular sobre los gobiernos ha aumentado, dice, “para que alineen su política de combustibles fósiles con las obligaciones adquiridas en el Acuerdo de París”. Will Dinan, un académico de la Universidad de Stirling experto en lobbies y en comunicación climática, señaló que los intereses empresariales han logrado un “encaje perfecto” en la publicidad de la COP 26: “Que Shell presione para que haya un ‘mensaje equilibrado’ es una manera de decir que las políticas de estas empresas queden reflejadas en el resultado final de la cumbre”.

“Hay una lógica preocupación entre las organizaciones medioambientales por que conferencias como la COP 26 acaben efectivamente secuestradas por los intereses económicos de las empresas que más daño hacen al clima”, afirma Dinan. El diputado y portavoz de Los Verdes escoceses, Mark Ruskell, lanzó una voz de alarma: el planeta se está quedando sin tiempo para reducir la contaminación climática. Y añadió: “Las últimas personas que queremos ver en las reuniones de la COP 26 son los enviados de la industria del petróleo”. “Permitir que los poderosos intereses de la industria más dañina hagan presión en esta cumbre internacional, que además tiene un carácter crítico, sería peligroso porque nos quedan solo nueve años para que se cumpla el plazo del Acuerdo de París”, aseguró Ruskell.

Las explicaciones de la industria

Shell señaló que también habló de otros temas con Wheelhouse, como la generación de energía eólica y los dispositivos de captura y almacenamiento de carbono. Su negocio, afirma la compañía, está cambiando y quiere ayudar a la sociedad a poner menos gases de efecto invernadero en la atmósfera y a conseguir un mundo con “cero emisiones”. “Somos absolutamente claros sobre nuestro apoyo al Acuerdo de París, al objetivo de la Comisión Europea de conseguir la neutralidad climática en 2050 y sobre los pasos que estamos dando para ayudar a la sociedad a disponer de más energía y de energía más limpia”, declaró un portavoz de Shell a The Ferret. “Nos reunimos regularmente con legisladores y reguladores siguiendo las pautas de transparencia del registro europeo. Lo hacemos para compartir nuestro conocimiento y nuestras opiniones sobre temas cruciales, lo que incluye al sistema energético, el cual estamos de acuerdo en que necesita un cambio. Todo lo que hacemos es abogar por buenas políticas que nos lleven hasta ese fin”.

El 4 de febrero de 2021, Shell anunció unas pérdidas netas globales de 16.000 millones de libras [18.000 millones de euros] a causa del desplome en la demanda provocado por la COVID-19. Otras compañías también sufrieron grandes pérdidas. OGUK señaló que su “ambicioso” objetivo para los próximos diez años es reducir a la mitad la producción de emisiones. “La COP 26 es el escenario ideal para exhibir un liderazgo global en relación al cambio climático y nuestra industria ya le ha explicado a los gobiernos británico y escocés cómo podemos ayudar en una transición hacia un futuro con menos carbono”, dijo el director de Sostenibilidad de OGUK, Mike Tholen.

“Así como hemos mejorado la sostenibilidad de las operaciones industriales, en Roadmap 2035, nuestro plan para alcanzar las cero emisiones, también exponemos cómo nuestra industria, que está en constante cambio, puede seguir creando empleos y energía ahora y en el futuro”, añadió. “Nuestra cadena de suministro mundial está ayudando a impulsar este cambio y continuamos defendiendo nuestra experiencia, tanto a nivel nacional como mundial, y nuestro compromiso con los gobiernos antes de esta cumbre tan importante y tan oportuna”, afirmó Tholen.

La postura del Gobierno

El Gobierno escocés describió su marco legal como “el más ambicioso del mundo” a la hora de reducir emisiones. En él incluye un compromiso para “una transición justa en la que nadie se quede atrás”. Asegurar un futuro sostenible para todos los trabajadores de la industria del petróleo y del gas fue un “elemento clave” en las conversaciones del grupo de transición energética presidido por Wheelhouse, informan desde el Ejecutivo. Este grupo se centró en “cómo ayudar a la industria a abrazar la transición energética y la recuperación verde, así como a acelerar la inversión en energías renovables para descarbonizar la economía”.

El Gobierno sostiene que su fondo de transición energética (de 62 millones de libras) ha ayudado a proteger y crear nuevos empleos al brindar más oportunidades relacionadas con las energías renovables. “Las habilidades, la experiencia y las infraestructuras del sector del petróleo y el gas, así como su cadena de suministro, será vital para desbloquear esas oportunidades”, dijo un portavoz del Ejecutivo. “Esa es la escala del desafío y de la ambición de Escocia: cada aspecto de nuestra sociedad y de nuestra economía necesita descarbonizarse. Cada uno de nosotros tendrá un papel y los ministros escoceses ya están debatiendo el proyecto con las partes interesadas”, añadió. “Es cierto que la política fiscal está en manos del Gobierno británico, pero el sector del petróleo y del gas que opera en el Mar del Norte sólo tendrá el apoyo del Gobierno escocés si acepta el cambio a la política de cero emisiones”, recalcó el portavoz gubernamental.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en The Ferret. Posteriormente se tradujo al español para nuestro Magazine climático, el cual puedes conseguir aquí.

Traducción de M.L.

Fuente: https://www.climatica.lamarea.com/lobby-petroleo-cop-26/
https://rebelion.org/el-lobby-del-petroleo-calienta-motores-para-influir-en-la-cop-26/


Pandemia y globalización


Los defensores de la globalización han asegurado que los beneficios de la misma superaban ampliamente los costes, dibujando un panorama de suma positiva: más competencia, más mercados, más disponibilidad, en cantidad y calidad, de bienes y servicios, posibilidad de complementar el ahorro interno a través de los movimientos financieros internacionales, más y mejores puestos de trabajo y salarios más elevados.

Todo ello a condición de que los gobiernos llevaran a cabo medidas decididamente comprometidas con la apertura externa de la actividad económica; esto significaba eliminar las barreras que podían obstaculizar los flujos comerciales y las entradas y salidas de capitales financieros y productivos, y llevar a cabo políticas en el terreno salarial, presupuestario, medioambiental… favorecedoras de la inserción externa. Con esta argumentación, durante décadas, ha prevalecido la retórica del “todos ganan” en este proceso: países, gobiernos, trabajadores y empresas.

Sin embargo, y esta es una primera precisión importante, la globalización realmente existente ha tenido poco que ver con ese espacio supuestamente compartido -esa tierra plana- que habría posibilidades a todos los jugadores, especialmente a los que, comprometidos con el proceso globalizador, tenían economías más débiles.

La realidad nos habla más bien de un terreno de juego segmentado y desnivelado donde las grandes corporaciones y la industria financiera han fijado las reglas del partido, con unas instituciones globales -como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial de Comercio- que han defendido los intereses de esos grupos, donde las economías subdesarrolladas han sufrido un trato discriminatorio -por ejemplo, en materia comercial o de movimiento de personas- y se han visto obligadas a implementar políticas económicas -muy beneficiosas para las elites globales, pero con un elevado coste social y productivo- con el objeto de subsanar los desequilibrios provocados precisamente por las estrategias internacionalizadoras.

Una globalización que, por lo demás, no ha proporcionado los logros que, a ojos de sus partidarios, la justificaban. La utilización más eficiente de los recursos, el aumento de la productividad, la obtención de ganancias competitivas y la realización de transformaciones estructurales asociadas a las dinámicas globalizadoras deberían haberse traducido en un aumento de la “tarta de la riqueza”, reflejada en los avances del Producto Interior Bruto.

Ese plus, sin embargo, no se ha producido. Por el contrario, los años de más intensa globalización han coincidido con un periodo de leve crecimiento, inferior al registrado en otras etapas del capitalismo; y algunas de las economías más dinámicas han sido precisamente las que más se han distanciado del dogma globalizador. Igualmente, en el terreno de la convergencia los logros han sido escasos o inexistentes. De hecho, se han mantenido o se han ampliado sustanciales disparidades entre países y regiones en el ámbito de las capacidades productivas, tecnológicas y comerciales.

Pero, desde otra perspectiva, que es muy importante tener en cuenta, hay que decir que la globalización ofrece como balance un “éxito clamoroso”.

Lo ha sido para las grandes corporaciones, que han accedido a nuevos mercados, que han reforzado su posición dominante frente a las organizaciones sindicales y los Estados nacionales, que han podido desplegar sus inversiones en un contexto de intensa competencia -reguladora y en materia salarial- entre los países para atraerlas y que han practicado a discreción la ingeniería contable y la opacidad fiscal para aumentar los beneficios del grupo. Con la permanente amenaza de las deslocalizaciones, han sometido a una intensa presión a los trabajadores, institucionalizando la competencia entre ellos, a menudo entre los que pertenecen al mismo grupo corporativo.

La dinámica globalizadora también ha sido un escenario muy propicio para el formidable crecimiento de la industria financiera, sustentada en la deuda, la desregulación y la volatilidad de los mercados, aprovechando los diferenciales en los tipos de interés y las fluctuaciones en los tipos de cambio.

La globalización ha consolidado, en fin, el poder económico y político de las oligarquías, que han impuesto sus intereses en las instituciones y en los gobiernos, y que han recibido un trato privilegiado, tanto en los períodos de auge como de estancamiento. Y por supuesto ha permitido que los ricos, del norte y del sur, del este y del oeste, atesoren grandes fortunas.

¿Debemos considerar todo esto como algo del pasado o, en todo caso, como un insignificante residuo en proceso de superación? Creo, sinceramente, que razonar de esa manera es un grave error.

Es evidente que el escenario abierto por la pandemia ha puesto negro sobre blanco las fragilidades y consecuencias negativas de la globalización. Resulta igualmente obvio que los actores -públicos y privados- que operan en los mercados globales están redefiniendo sus estrategias en un escenario inestable, en el que no cabe descartar otras epidemias y las consecuencias asociadas a las mismas, y de abierta disputa por los recursos disponibles, en un contexto de creciente escasez de recurso naturales, materiales y energía. Es en este panorama donde hay que situar los movimientos hacia una cierta relocalización de actividades o, si se quiere, a una parcial desglobalización.

Todavía es pronto para evaluar el alcance de estos procesos y las dinámicas, económicas y políticas, a que dan lugar. Con todo, en mi opinión, algunas de las piezas fundamentales del proceso globalizador continúan muy presentes, tan fuertes o más que antes de que irrumpiera la enfermedad.

El poder corporativo se mantiene intacto o en aumento, la concentración de riqueza por parte de las elites globales sigue su curso y cada día encontramos claras evidencias del sometimiento de gobiernos e instituciones a ese poder. Asimismo, la lógica económica basada en el extractivismo, la competitividad, la competencia entre naciones y trabajadores y la deuda como motor de la economía continúan inspirando las agendas políticas.

Enfrentar ese entramado de intereses y dinámicas con propuestas e iniciativas -a escala local, estatal, europea y global-, poniendo lo público, la equidad, la sostenibilidad y la intervención social en el centro de todo es la clave para abrir un escenario verdaderamente transformador.

Fuente: https://fernandoluengo.wordpress.com/2021/09/02/pandemia-y-globalizacion-2/#more-1231
https://rebelion.org/pandemia-y-globalizacion/


¿Falsos positivos judiciales?


Harold es padre de una niña de 5 años. Creo que él estaría de acuerdo conmigo en que la anterior es la mejor sentencia que lo define.

Sostengo lo anterior, no por un cliché paternal, sino porque él mismo me lo contó una vez en una charla informal durante el descanso de una clase en la Universidad: “[…] Mi hija es mi vida entera y lo que ella piense de mí es lo más importante para mí”, me dijo.

Harold es ingeniero ambiental, pero es también un alumno inteligente, perspicaz y, sobre todo, autocritico. Nunca lo vi atrincherarse en una idea o un debate, por más álgida que fuera la discusión. Pero, sobre todo, como su profesor, debo decir que Harold es un estudiante disciplinado. Luego de los cuatro semestres de maestría tiene un promedio acumulado 4,8 sobre 5. Es, sin duda, uno de los mejores y más dedicados alumnos de una cohorte nacida bajo la ilusión del Proceso de Paz.

Harold también mantiene una firme apuesta por el diálogo social y, aunque con muchos sinsabores, todavía cree en el Proceso de Paz. Puedo afirmar lo anterior con seguridad, por al menos tres razones.

En primer lugar, porque, a pesar de sus profundas convicciones a la izquierda del espectro político, Harold no ha dudado en la importancia de establecer puentes de interlocución entre la organización campesina que impulsa el proceso de creación de la Zona de Reserva Campesina de Pradera y la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar de Colombia (Asocaña).

En segundo lugar, porque Harold es funcionario de la Secretaría de Paz Territorial y Reconciliación de la Gobernación del Valle del Cauca, un lugar donde necesariamente se tiene que creer en los otros y en el poder conciliador de la palabra para poder estar satisfecho con lo que se hace.

En tercer lugar, porque más allá de una decisión colectiva decidió cambiar los fusiles por el diálogo. Como podrán adivinar, Harold fue integrante de las Farc y es un firmante del Proceso de Paz.

La Fiscalía


Sin embargo, el pasado 29 de agosto, Harold estaba en el Parque de San Antonio en Cali en medio de una celebración de cumpleaños de uno de los hijos de algunos amigos con los que ha vuelto a reconstruir su vida social. Mientras iba de la mano de su hija de cino años a buscar un baño, fue detenido por integrantes de la Sijín.

La Fiscalía lo acusa de concierto para delinquir y porte ilegal de armas de uso privativo de la Fuerza Pública y homicidio agravado. A final de cuentas, la Fiscalía argumenta que Harold Ordóñez es alias “Óscar”, comandante del antiguo Bloque Central o Comando Conjunto Central Adán Izquierdo que opera en la zona alta de Tuluá y Sevilla.

De acuerdo con lo que la Fiscalía presentó en la audiencia de imputación de cargos, su acusación se basa en el testimonio de tres personas que indican que Harold es «Óscar». Adicionalmente, la Fiscalía aportó relaciones de lugares y fechas en los cuales supuestamente delinquió “Óscar”. Entre otras cosas, la Fiscalía presenta unas grabaciones en las que se escucha un sujeto que se identifica como «Óscar» donde recibe un reporte de otra persona que le informa de la realización de un homicidio.

La defensa


El reconocido abogado Elmer Montaña, experto en sistema penal acusatorio, asuntos disciplinarios y responsabilidad del Estado, basa la defensa de Harold en los siguientes argumentos.

Han sido los mismos miembros de la Fuerza Pública quienes han inducido esta relación entre Harold y alias “Óscar”. Lo anterior se sustenta en que miembros del Batallón Palace de Buga distribuyeron fotografías en las que ellos mismos se encargaban de señalar que Harold era «Óscar».

Harold tiene activada la aplicación de Google en su celular, lo que permite reconstruir sus desplazamientos geográficos. Y la relación de fechas y lugares que la Fiscalía presentó como prueba fehaciente de la coincidencia entre Harold y «Óscar» sencillamente no guarda ninguna relación con la construcción de desplazamientos que aparece en la aplicación de Google.

Como si lo anterior no fuera suficiente, la defensa aporta actas de reuniones de la Secretaría de Paz de la Gobernación (en la que trabaja Harold), fotografías, horarios de clase de la maestría y testimonios de diferentes personas donde se demuestra que Harold no pudo haber estado en los lugares y momentos en los que se acusa a «Óscar» de delinquir.

¿Falso positivo judicial?


De acuerdo con el Cinep (como lo cita Juliana Cortés), los falsos positivos judiciales son: “Montajes judiciales realizados a civiles, muchos de estos, activistas en la denuncia y/o la defensa de los derechos humanos y los derechos de las víctimas. El objetivo: Tacharlos de integrantes de organizaciones guerrilleras y deslegitimar el trabajo en defensa de los derechos de las víctimas. Se destacan por sus irregularidades, el papel clave de supuestos desmovilizados de las organizaciones guerrilleras, la recolección ilegal de información por parte del DAS y otros organismos de inteligencia y la fabricación de informes de inteligencia dentro de instalaciones militares que luego son usados por las fiscalías para la apertura de los procesos”.

La imputación del delito de «terrorismo» es común en la imputación de cargos a lo que se conoce como falsos positivos judiciales. De las cifras que muestra la Fiscalía, en el Sistema de Estadísticas en Justicia se observa que frente a las noticias criminales activas o inactivas es evidente el aumento desde el año 2019: llega a sus máximos históricos en los meses de noviembre del año 2020 y en el mes de enero del año 2021, manteniendo un promedio de 37 noticias criminales de este tipo penal mensualmente en lo que va corrido del año.
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En el siguiente gráfico, tomado también del Sistema de Estadísticas en Justicia, se pueden observar las etapas procesales en las que se encuentran estos delitos, encontrándose en etapa de indagación gran parte de las noticias criminales, con porcentajes muy bajos en las demás etapas procesales.
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Igualmente, las organizaciones de derechos humanos han denunciado la práctica de la judicialización a defensores de derechos humanos, opositores políticos y lideres sociales con fines de acoso o desprestigio. Por ejemplo, el Comité de Solidaridad con los Presos Políticos ha documentado que, entre enero de 2012 y 2019 (fecha de corte del 15 de julio de 2019), han sido judicializadas, al menos, 249 personas defensoras de derechos humanos. Cabe añadir que, de los 235 casos en los que se conoce el sexo de las personas, el 17 % son mujeres y el 83 % son hombres.

De acuerdo con un interesante texto de Ómar Rojas:

“El Falso Positivo Judicial no se construye de la noche a la mañana, sus ejecutores se dan tiempo suficiente para su construcción. El servidor público que construye expedientes judiciales, a partir de pruebas falsas, engañosas y mentirosas, lo realiza sobre personas indefensas y sin conocimiento en la normatividad legal. Tortura a la luz pública a su víctima por horas, días, semanas, meses, inclusive años.

El militar que recurre al Falso Positivo, tortura a su víctima desde el momento de reclutarla o aprenderla hasta el momento de asesinarla. Por lo general, la tortura que realiza el militar sobre la víctima, a diferencia de los victimarios judiciales, es de pocas horas, pocos días, prolongando el martirio hasta el momento en que la extermina y la presenta como terrorista. El acto de la tortura en el Falso Positivo Judicial es de por vida. La tortura y el sometimiento intramural es un mensaje del régimen para quienes se atreven a dudar, criticar u oponerse a la violación de los derechos humanos, a quienes luchan por reivindicaciones sociales y a quienes se encuentran comprometidos en la construcción de una sociedad más democrática, pluralista e incluyente. El Falso Positivo Judicial no solamente somete al ser humano a barreras físicas y psicológicas, sino que intenta asesinar ideas y proyectos”.

Los efectos sobre la paz


Existen varios elementos que levantan dudas sobre el accionar de la Fiscalía en el caso de Harold Ordoñez.

Por ejemplo: i) las acusaciones que le imputan a Harold se remontan a junio y noviembre del año 2020. ¿Por qué esperar tanto tiempo, hasta septiembre de este año, para realizar la captura sin aportar información nueva? ii) Si la Fiscalía estaba tan segura de que Harold era «Óscar», ¿por qué no intervino el celular de Harold y aportó sus movimientos como pruebas inequívocas de sus acusaciones?

Tal parece que en lo único en lo que las pruebas de la Fiscalía parecen ser consistentes era con que Harold sí trabaja en diferentes áreas rurales de los municipios de la cordillera central vallecaucana. Sin embargo, Harold no hace, y no pudo haber hecho lo anterior como comandante de las disidencias de las Farc, sino más bien apoyando diversos colectivos de campesinos y trabajando en la búsqueda de la formalización territorial de sus parcelas, así como en la salvaguarda de su economía familiar por medio de la creación de las figuras de Zonas de Reserva Campesina (una figura legal que hace parte del articulado de la Ley 160 de Reforma Agraria).

Para el caso que nos ocupa, y de acuerdo con el abogado defensor Elmer Montaña, la inteligencia militar sabe perfectamente quién es “Óscar” y cuál es su apariencia física. Por lo tanto, sabe que Harold no es alias “Óscar”. Además, seguramente los aparatos de inteligencia militar saben que las ocupaciones delictivas del comandante de la disidencia del Bloque Central o Comando Conjunto Central Adán Izquierdo no podría vivir en Cali, ni cumplir con las obligaciones de un trabajo de tiempo completo en la Gobernación de Valle del Cauca y, mucho menos, cursar una maestría becado.

Quedan, entonces, en el aire dos ideas que son igualmente preocupantes: primero, que a Harold no se le esta acusando bajo un móvil sustentado legalmente ni por pruebas técnicas rigurosas, sino precisamente por ser un dirigente campesino. Y, segundo, que en vez de perseguir a quienes no están cumpliendo con el Acuerdo de Paz, incomprensiblemente, el Estado se ensaña con un firmante del Acuerdo que parece prácticamente de postal: padre responsable, estudiante brillante, impulsor del diálogo social desde el mismo Estado y promotor campesino.

Por último, pero no menos importante: ¿qué necesidad tenía la Fiscalía, si estaba tan perfilado y al tanto de los movimientos de Harold, de ordenar su detención en medio de un evento social, donde una persona que viene de la guerra intenta reconstruir sus lazos sociales con nuevos amigos y conocidos, en una fiesta de niños delante de su pequeña hija de cinco años?

Pareciera que el objetivo no es administrar justicia o combatir la delincuencia rampante, sino matar socialmente al opositor político, impulsándolo quizás de vuelta a la ilegalidad y mostrando esa triste dirección para aquellos que obstinadamente todavía creen en la palabra del Estado colombiano y en el Proceso de Paz.


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Israel Shop pierde Afganistán, coge de la mano a la UE y los dos esconden a Palestina


Los supremacistas sionazis han pasado por el aeropuerto de Kabul y han hecho pública declaración de que los suyos que les mantenían encubiertos no se han retirado, han huido. No hay modo de negar que el imperio decae, las escenas de los yanquis marcándose con lo puesto son simbólicas, los ojos del mundo han estado observando su marcha caótica delante de China y Rusia, y al otro lado Irán. Los publicistas de Israel Shop, el ente de cuatreros sionistas, han declarado en los medios de comunicación que han fallado los servicios de inteligencia, los dedicados a la operatividad se han comportado como verdaderos inútiles, y han dejado el listón más bajo a la vista de las potencias de la región. Quiere decirse: que ahora no se fían de su partener, pues manifiestan el temor, que se les hace difícilmente tragable, a verse abandonados como han hecho con el títere que sostenían en Afganistán, con el que se emplearon en un chorro de dinero de dos billones de dólares, y ellos, los sionazis, cuentan por miles y miles de millones de dólares los que se llevan anualmente, y se preguntan: ¿nos podemos ver abandonados por nuestros supremacistas de América del Norte? El resultado ha introducido en su estrategia de ocupación de Palestina una nube negra de perdición, se preguntan que pasaría si el dinero que el otro les enchufa se llegase a reducir.

Pero veamos otro ángulo de la cuestión: En Afganistán el ente Israel Shop, envuelto en el ejército invasor imperial, ha empleado drones, misiles de precisión, vehículos blindados y otras armas de última generación, además de tropas, todo encubierto entre los que vestían uniforme estadounidense y de los Emiratos Árabes Unidos, así se ha difundido por medios de la región, que hacían una labor fundamental, recogían información sobre Irán en el territorio afgano que hace frontera con el país al que tanto desean destruir. El Jerusalen Post ha dejado saber que han realizado vuelos desde Afganistán para evacuar a sus mercenarios, y lo han hecho mediante una organización sionista que no ha llegado a identificar. Y aquí se plantea un problema, puesto que han empezado a acelerar la ocupación de Cisjordania a la vista de lo sucedido. Para justificar semejante actitud, Bennett el gobernante que fue ascendido tras obtener solo el 6% de los votos de las elecciones, lo que habla de la debilidad con que se sostiene y por eso busca hace una huida adelante ante lo que pueden encontrar, ha declarado que su ocupación de Cisjordania es producto del crecimiento natural. Semejante declaración es todo un ejercicio de lenguaje para ignorar donde se encuentra como invasor y a su vez trata de burlar el Derecho Internacional. Bennett es un nazi, no es un ignorante, pero ni una cosa ni la otra le exime de las consecuencias por actuar como un criminal contra la humanidad, tal y como se declara a los recolonizadores, sus asentamientos y su práctica del apartheid.

En el campo de batalla de Palestina faltan las fuerzas internacionales que tienen obligación de defender al Pueblo de ese país, es lo que dicen los acuerdos y tratados internacionales que han firmado: ONU, Convenios de Ginebra, a juzgar en la Corte Penal, Roma, qué casualidad, todas las que invadían Afganistán eran tropas de la OTAN y con las del ente israelí revueltas con las de EEUU, ¿algún régimen otanista, los que se llaman occidentales, se cuestionará sus actos hasta el día de esa huida y cambiará su proceder?, ¿alguno acudirá en auxilio del pueblo palestino? No tenemos constancia, lo que se traduce en reiteración de su comportamiento recolonial, sus placas tectónicas se mueven, por lo que tomarán medidas entre ellos para las próximas veces, pero con respecto a Palestina el comportamiento no ha cambiado, siempre, desde la partición de 1948, han tratado de impedir la declaración de un Estado Palestino.

De nada sirve pedir que la ONU haga valer lo establecido en sus estatutos cuando 73 años más tarde de la invasión, del comienzo del progrom sionazi, y hace más de 12 años con el bloqueo criminal a Gaza, de nada sirve pedirle a cualquiera de ellos que se interponga en defensa del Derecho de los Pueblos, no les interesan los derechos de los pueblos, y en concreto el Derecho del pueblo palestino. Les interesa la recolonización de Medio Oriente empezando por Palestina ya que es el punto geoestratégico que comunica toda la región, mar Mediterráneo, África y Oriente. Es por eso por lo que cuando el pueblo palestino se defiende, aun no teniendo ni ejército regular, ni aviones, ni barcos, ni armas de gran calibre, alborotan en todos los medios a su alcance tratando de poner una cortina por delante de los ojos del mundo para que en los países que gobiernan no vean lo que acontece. Nunca cambiarán. Gamoneda, el gran poeta, decía que la vergüenza es un sentimiento revolucionario, si sentimos vergüenza cambiamos, pero la gran burguesía vieja imperialista y la nueva gringa no tienen vergüenza, es una cuestión de sentido de la vida de la clase.

Una prueba de lo dicho es lo manifestado por Borrell, el representante de la UE: La seguridad y la paz son el terreno común de la UE e Israel. A su vez el enviado de Borrell a lo que hipócritamente denominan Proceso de Paz ha remachado lo de su jefe: Espero trabajar con el nuevo gobierno de Israel hacia la paz y seguridad duraderas. Quienes han leído habrán visto que ninguno de los dos personajes han mencionado para nada a Palestina. Una prueba más de que el imperialismo europeo niega, como cualquier imperialismo, la posibilidad de tener vergüenza: el Presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, dejó claro el interés por la recolonización sionazi, e hizo saber el interés que tiene reforzar la asociación UE-Israel para la prosperidad común y hacia una paz y estabilidad regionales duraderas. ¿Quién falta aquí? Los pueblos, la solidaridad internacionalista tiene la responsabilidad de movilizarse por Palestina.

Han huido de Afganistán, país del que decían que iban a normalizar la democracia. Ahora se ha visto lo que quienes no disponen de los grandes medios de difusión sostenían, solo iban a hacer negocio con la guerra, ahí esta su complejo industrial militar como la mayor potencia criminal del mundo, no llevan médicos, no llevan maestros, no llevan la paz y la transformación en beneficio de los pueblos, tan solo les interesó producir heroína, infectar con ella el mundo, lavar dinero negro, aumentar la crisis capitalista en todo el planeta salvando sus bancos, matar de todas las formas posibles… De cara a Palestina no hablan de normalizar la democracia, eso en Palestina significaría dar al pueblo su independencia, desarticular el sionazismo, el Israel Shop con el que ellos se desenvuelven en la región y hacen negocios sosteniendo el apartheid, la colonización, el racismo, el etnocidio, desde hace 73 años en contra de todas sus promesas en los Acuerdos y Tratados internacionales que han firmado, de cara a Palestina hablan de prosperidad, paz y seguridad de UE – Israel. Por eso el discurso de los dos Estados ya no se lo cree nadie, y ahí vemos como le meten el respirador a Bennett, un nazi que si los gobernantes europeos hubiesen aprendido algo de las tragedias europeas con los nazis lo desecharían como una desgracia para el mundo y le cerrarían los caminos, aunque solo fuese por ser un personaje que se ha visto alzado por los restantes nazis ya que su 6% de votos le hacen ridículo, eso si, como les gusta, un tirano.

Última prueba de su actitud, ninguno de los regímenes europeos ni siquiera ha despegado los labios por los bombardeos a Gaza, los asesinatos en Jerusalén y Cisjordania, que diariamente sus aliados para laprosperidad, paz y seguridad, realizan contra el Pueblo de Palestina. Solo los Pueblos salvan a los Pueblos, más que nunca hace falta el internacionalismo solidario.

Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: Gaza 51 días; Palestina. Crónicas de vida y Resistencia; Dietario de Crisis; Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero; y, Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Presidente de AMANE. Miembro de la Asociación Europea de Apoyo a losDetenidos Palestinos. Miembro del Frente Antiimperialista Internacionalista
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Colombia viola DDHH de migrantes venezolanos


La violación de los Derechos Humanos en Colombia, es pan de todos los días. Por ejemplo, en mayo de 2021, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), durante el desarrollo de las protestas en el país neogranadino, solicitó una visita para indagar sobre las denuncias recibidas sobre presuntas violaciones a los Derechos Humanos, relacionados con el uso excesivo de la fuerza, desaparecidos, personas fallecidas, violencia sexual, tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes en contra de los manifestantes, lo mismo que abusos contra personas defensoras y ataques a personas indígenas.

A su vez, El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-Derechos Humanos) y la CIDH, expresaron con preocupación que Colombia, continúa siendo el país, además, que registra más asesinatos a personas Defensoras de Derechos Humanos y Líderes Sociales en la región.

La Oficina de DDHH en Colombia, ha documentado 63 asesinatos de personas defensoras. Estos 63 casos han ocurrido en un total de 19 departamentos del país. Adicionalmente la Oficina sigue en proceso de verificación de 43 asesinatos más, donde se presume que la víctima era Defensor o Defensora de Derechos Humanos.

A su vez, la Oficina de ONU Derechos Humanos, confirmó el asesinato de 33 personas Defensoras de Derechos Humanos (7 mujeres, una de ellas se identifica como persona LGBTI y 26 hombres).

Varios de estos asesinatos se habrían producido en contra de personas que defienden la tierra y el territorio por denunciar la presencia de grupos armados y/ u oponerse a economías ilícitas.

Pero aún más preocupante es que, La Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento CODHES, presentó un informe en el que reveló que, en lo que va del año 2021, han asesinado en Colombia a 362 venezolanos, cifras que han preocupado a las autoridades colombianas, porque se estaría reflejando la violación de Derechos Humanos a esta población migrante.

El 88,1% de las víctimas han sido hombres y el 11,9% han sido mujeres, siendo Cundinamarca, Norte de Santander, Valle del Cauca, Atlántico y Antioquia, los Departamentos donde se registraron el mayor número de casos.

Se han registrado 2.295 casos de homicidio, a personas de nacionalidad venezolana, siendo los hombres jóvenes y menores de 29 años los mayormente victimizados, y el arma de fuego el mecanismo de muerte más utilizado.

Los venezolanos también son víctimas de desaparición forzada, entre enero de 2015 y agosto de 2020, se tiene registro de 836 personas dadas por desaparecidas, siendo Bogotá la ciudad donde se registra el mayor número de casos con 311 registrados, seguido por Magdalena, Valle del Cauca y La Guajira.

También se registran casos de delitos sexuales. Entre enero de 2019 y agosto de 2020, los territorios en donde más casos se registraron fueron: Norte de Santander (181), Bogotá (147), Santander (127), Valle del Cauca (110). Para el primer semestre de 2021, los territorios donde más se registran casos son Valle del Cauca (31), Antioquia (26), Santander (22), Norte de Santander (15) y Atlántico con (13).

Así mismo, se encontró que los delitos sexuales en la población venezolana, persisten como un fenómeno de especial riesgo para las mujeres.

En particular, señala el informe, los agresores que ejercen la violencia sexual en sus múltiples expresiones han victimizado a 2.319, personas de nacionalidad venezolana entre enero de 2015 y agosto de 2020, siendo el 88,3% de las víctimas de género femenino, y el 71% menores de 18 años.

El informe de COHDES, revela además que, entre 2017 y 2020, se han registrado 33 casos de reclutamiento forzados de niños, niñas y adolescentes, refugiados migrantes venezolanos a la criminalidad, con un mayor riesgo en los territorios de frontera, pero también en otros territorios, llegando incluso a las zonas urbanas.

Tanto organismos al interior de Colombia como fuera de él, mantienen una total preocupación y análisis en torno a las vulneraciones y retos en materia de protección de los Derechos de la población migrante y refugiada venezolana, en contextos de violencias derivadas del conflicto armado interno y la criminalidad organizada en el país.

Recalcamos lo preocupante de esta situación, ya que, en el contexto de la pandemia, Colombia ha realizado al menos 109 deportaciones y 322 expulsiones en el año 2020.

Es significativo que, en Colombia, el primero de marzo de 2021, se expidió el decreto 2/16, el cual crea el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos, el cual permite a las personas venezolanas migrantes venezolanas que se encontraban en el territorio de manera regular e irregular antes del 31 de enero de 2021, y a quienes ingresen de manera regular los próximos dos años, se inscriban en un registro único y si cumplen con los requisitos se les otorgará un permiso de permanencia temporal que les habilita para permanecer regularmente en el país por 10 años, trabajar y eventualmente aplicar a una visa de residente.

Pero Lucía Ramírez, miembro de la organización colombiana de Derechos Humanos DeJusticia, aseguró que hay algunos aspectos de este decreto que son de preocupación: Proporcionar datos biométricos para ingresar al registro; Respeto por la presunción de inocencia y la garantía del derecho al debido proceso; La garantía del derecho a solicitar la condición de refugiado.

Según Ramírez, las finalidades del gobierno colombiano para solicitar los datos biométricos como la identificación de la población migrantes y su ingreso a los sistemas de protección social, no justifica la obligatoriedad de este requisito y no hay pruebas de que con los datos biográficos y demográficos no se pueda cumplir con estas finalidades. “El uso de la tecnología para el tratamiento de datos biométricos no es eficaz, ni eficiente, ni segura. Supone una serie de riesgos graves. para la seguridad y privacidad de las personas, y es un tratamiento diferenciado de otros grupos poblacionales que no parecen tener una clara justificación”, advirtió.

Además, Ramírez indicó que el decreto viola la presunción de inocencia, al no permitir con investigaciones judiciales y administrativas en curso puedan recibir el permiso por protección temporal.

Nos hacemos eco de estas denuncias, ya que en Colombia los medios hegemónicos las esconden y no le dan visibilidad, e igual sucede con los medios de derecha en Venezuela.

Finalmente, dejamos algunos datos de la problemática migrante venezolana en algunos países de América Latina. Los gobiernos de América Latina deben pasar de la respuesta humanitaria, a políticas de integración a largo plazo de los refugiados y migrantes venezolanos, que incluyan la regularización, señala un informe de La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y otras agencias que alerta de que la integración de estas personas sigue siendo deficiente.

El reporte analiza la integración entre 2017 y 2021 en Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, países que han recibido a más del 70% de los 5,6 millones de venezolanos que han salido de Venezuela desde 2015.

En los cinco países, las tasas de desempleo son más altas para los venezolanos. Pese a su alto nivel educativo, muchos venezolanos solo han podido acceder a trabajos informales con salarios bajos, en parte debido a las barreras para que sus credenciales académicas sean reconocidas. Esto ha dejado a muchos venezolanos viviendo en la pobreza. La pandemia solo ha empeorado la situación. En Colombia, Ecuador y Perú el pasado otoño, los venezolanos dijeron que sus ingresos habían descendido más del 50%.

El acceso a atención médica también ha adquirido una nueva urgencia. Chile y Brasil y Ecuador tienen sistemas de salud universales, pero el miedo a la deportación o a la discriminación pueden limitar el acceso. En Colombia y Perú, la atención médica no es universal y muy pocos tienen seguro médico.

Además, todavía existe un número considerable de venezolanos en condición irregular. “Continuar con estos esfuerzos será importante porque la regularización es un obstáculo principal para la integración de los migrantes”, señala el informe.

“La mayoría de los venezolanos estamos cansados de palmaditas en la espalda, de miradas compasivas, de mensajes lastimeros. Todas las miradas deben estar dirigidas a la integración y a apostar porque los venezolanos podamos integrarnos en los países a los que estamos llegando y, como lo están haciendo muchos de mis connacionales, convirtamos las dificultades en oportunidades para todos”, dijo Óscar Pérez, de la Unión de Venezolanos en Perú.

En el mismo sentido, Diego Chaves-González, principal autor del informe reconoció que, en las sociedades de acogida, puede haber miedos y una “fuerte resistencia” a la asignación de recursos para grupos específicos de población “En un momento en el que la sociedad está sintiendo los efectos de una pandemia y la mayoría se siente en relativa inseguridad, el público querrá ver inversiones que favorezcan a la sociedad en su conjunto”, sostuvo.
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Defender a Cuba es defender el socialismo: es la misma batalla


Siempre tuvo la vanguardia juvenil conceptos muy claros sobre lo que había que hacer en cada momento. Por eso es tan importante que discutamos los conceptos esenciales que necesitamos para guiar las tareas de hoy y seguir adelante. Uno de esos conceptos esenciales, quizás el más importante, es que defender a Cuba y defender el Socialismo no son dos batallas diferentes, sino una y la misma.

Las sociedades humanas son entes históricos, y esta historicidad significa que lo que somos hoy es la consecuencia de una larga y compleja trayectoria, la cual es diferente para cada colectividad humana. La nuestra es una trayectoria que vincula desde sus orígenes mismos, la aspiración de soberanía nacional con la de equidad y justicia social.

Para Cuba en el siglo XXI, soberanía y socialismo son dos conceptos interdependientes: no tendremos soberanía nacional sin socialismo, ni podremos construir el socialismo sin soberanía nacional.

La soberanía nacional siempre fue (y sigue siendo) un objetivo sagrado por el que han dado sus vidas muchos cubanos. Pero fue siempre un objetivo que no se agota en si mismo. No es la soberanía una estación de llegada: es un punto de partida. La defendemos porque es lo que nos permite continuar el camino hacia objetivos superiores, relacionados con la justicia social, la dignidad humana y la cultura.

La defensa de la soberanía nacional incluye hoy la defensa del socialismo

La soberanía no es un concepto abstracto: es el derecho a ser diferentes. Y entre esas diferencias, hemos llegado a ser el experimento histórico más largo de construcción del socialismo, actualmente en desarrollo (con la excepción de China y todas sus particularidades).

Ser “diferentes” hoy significa tener la libertad efectiva para superar la lógica de las relaciones mercantiles constructoras de desigualdades y exclusión, y guiar las estrategias hacia una racionalidad económica creadora de cultura, de justicia y de sostenibilidad a largo plazo, la cual es diferente a la racionalidad de la maximización de las ganancias inmediatas.

Significa que si retrocediéramos en la soberanía nacional, se congelaría la construcción de nuestra institucionalidad, perfectible pero incluyente y participativa, se congelaría la innovación y el desarrollo, y entonces los centros de poder mundial retomarían la adquisición de activos como lo hicieron desde el siglo XIX, y fabricarían en Cuba “su” élite nacional subordinada. Ya ocurrió una vez en 1902. Los cubanos de hoy y los de mañana, no podemos permitir que eso suceda otra vez.

Para alcanzar los objetivos interdependientes de soberanía nacional y justicia social, en el mundo de hoy se necesita la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción y el papel protagónico de la empresa estatal en la economía.

Justicia social es educación, salud, acceso a la cultura, protección al trabajo y seguridad social, objetivos que se concretan en un sistema de instituciones presupuestadas que se financian con los ingresos de la economía estatal. No hubiésemos logrado construirla con los impuestos de una economía subdesarrollada, privatizada y dependiente.

La igualdad social no es una consecuencia del desarrollo económico: es un pre-requisito para el desarrollo económico.

La trayectoria revolucionaria cubana ha construido un amplio consenso en nuestra sociedad sobre los objetivos que debemos alcanzar. Ese consenso es una innegable ventaja conquistada.

La creencia básica del capitalismo (incluso en los que honestamente creen todavía en el capitalismo) es la construcción de prosperidad material basada en la propiedad privada y la competencia. La nuestra se basa en la creatividad movida por los ideales de equidad y solidaridad entre las personas, incluidas las generaciones futuras.

Tenemos ante nosotros muchas opciones, y hay mucho que discutir en nuestra sociedad, pero no podríamos hacer nada si no tuviésemos soberanía nacional para defender una independencia, que depende mucho en este siglo XXI, de la educación, la ciencia y la cultura.

Sobre la soberanía de Cuba y sobre el ideal socialista tenemos que construir un consenso sólido como una roca de granito. Después podemos polemizar todo lo que se quiera sobre los modos concretos de lograrlos.

La tarea nuestra es fortalecer ese consenso. El plan de nuestros adversarios históricos es erosionarlo. “Plan contra Plan”, fue una expresión de José Martí.

En los años 80s cuando ya se apreciaban señales de desintegración en el campo socialista europeo, Fidel Castro desarrolló la doctrina de “La Guerra de Todo el Pueblo” que le puso un freno a la opción militar para destruir la Revolución. Luego en los años 90s impulsó lo que en aquel momento empezamos a llamar “La Batalla de Ideas”.

Los que vivimos ambas etapas vemos hoy muy claro que la Batalla de Ideas es la continuidad de la Guerra de Todo el Pueblo en un nuevo escenario.

En la primera vencimos: la historia de invasiones militares en Granada, Dominicana, Haití, Panamá y otras, no pudieron repetirla en Cuba. En la segunda, protagónica hoy y que repite esquemas de hegemonía cultural, tenemos que vencer también.

Es imprescindible comprender que para Cuba, Soberanía y Socialismo son la misma cosa.

Agustin Lage Dávila. Centro de Inmunología Molecular

Blog del autor: https://agustinlage.blogspot.com/2021/08/defender-cuba-es-defender-el-socialismo.html
https://rebelion.org/defender-a-cuba-es-defender-el-socialismo-es-la-misma-batalla/


Las mujeres afganas y las lágrimas de cocodrilo


«Las potencias imperialistas invaden países por sus propios intereses estratégicos, políticos y financieros,
pero a través de mentiras y de los poderosos medios de comunicación corporativos tratan de ocultar
sus verdaderos motivos y su agenda.»


RAWA (Asociación Revolucionaria de Mujeres Afganas).

Hace más de una década la ex diputada Malalai Joya le dijo a una activista estadounidense: «Las mujeres afganas tenemos tres enemigos: el Talibán, los señores de la guerra que están en el gobierno y la ocupación estadounidense. Si ustedes nos ayudan a terminar con el tercero, nos quedarán solo dos.» A principios de agosto, la misma Malalai (destituida de su banca en 2007 por el segundo de los enemigos por decirles en el Parlamento que eran responsables de crímenes de guerra) denunció en un encuentro virtual organizado por la coalición británica Stop the War que EE.UU. había pactado su retirada con los terroristas misóginos del Talibán sin preocuparse por la suerte de las mujeres afganas, que además en las dos décadas de ocupación siguieron sufriendo todo tipo de violencias. Y agregó: «La llamada “guerra contra el terrorismo” fue la mayor mentira del siglo.» Afganistán fue el escenario para «la actual carrera armamentística entre las grandes potencias y sus guerras proxy en Siria, Irak, Yemen, Ucrania, Sudán, Libia, etc.» «En estos 20 años EE.UU. mató un millón de afganos/as directa o indirectamente y convirtió a nuestro país en la capital mundial de la droga.»

Y es que aunque diga lo contrario, EE.UU. es experto en entenderse y hacer negocios con los señores de la guerra de turno, sin importarle un bledo lo que esos grupos hacen con las mujeres afganas. En los ochenta, en el marco de la Guerra Fría, armó y empoderó a los muyahidines que peleaban contra el régimen comunista apoyado por la Unión Soviética, sin importarle que la caída de ese gobierno y el ascenso de los muyahidines implicara que las mujeres perdieran derechos y libertades recién adquiridos. Tampoco le importó los innumerables crímenes cometidos por los diferentes grupos islamistas y el caos al que llevaron al país, que desembocó en el advenimiento del régimen Talibán. En los cinco años que estos fanáticos estuvieron en el poder, a EE.UU. solo le importó la horrible situación de las mujeres después del 11/9/2001, en que la prioridad fue invadir Afganistán con el pretexto de combatir el terrorismo, capturar a Bin Laden y liberar a las mujeres afganas del yugo talibán; para eso volvió a aliarse con los muyahidines de la Alianza del Norte sin importarle su terrible prontuario. Tras derrocar al Talibán, durante 20 años impuso, engordó y armó a gobiernos títere y corruptos, además de masacrar a la población civil; especialmente a partir de 2011, cuando optó por la guerra aérea y se especializó en lanzar drones sobre bodas y funerales. Y finalmente, ante el avance imparable del Talibán, en los últimos dos años negoció con el grupo terrorista la retirada de sus tropas, legitimando de antemano y con gran pragmatismo su regreso al poder. El acuerdo firmado el año pasado en Doha no dice una palabra sobre la seguridad de las mujeres afganas ni impone exigencia alguna al Talibán de garantizar el respeto a los derechos mal que bien conquistados por ellas en estas dos décadas. Rosa Ma. Artal resumió en el Diario.es los tres puntos básicos del acuerdo: «1) En tu país puedes hacer lo que quieras. 2) Cuidado con atentar contra los nuestros. 3) Hablaremos de colaboración y negocios.»

[1]La invasión de Afganistán fue un fracaso total de EE.UU. y sus aliados de la OTAN en cuando a los tres objetivos declarados que tenía la aventura: capturar a Osama Bin Laden (les llevó 10 años encontrarlo, y fue en Pakistán), derrocar al Talibán y acabar con el terrorismo. 20 años después, el retorno del Talibán es la mejor metáfora de ese fracaso; como bien declaró Stop the War a mediados de agosto: «La derrota de los militares estadounidenses y británicos en Afganistán significa que esta intervención se une a las de Irak, Libia, Siria y Yemen como una calamidad que ha costado decenas de miles de vidas y vastos recursos en vano. Es hora de que se declare el fin de la “guerra contra el terrorismo”, el pretexto de estas intervenciones.» Y agregaba esta demanda, no menos importante: «El gobierno británico debería tomar la iniciativa de ofrecer un programa de refugio y reparaciones, un acto que iría mucho más lejos en el avance de los derechos del pueblo afgano, de las mujeres en particular, que la continua intervención militar o económica en el destino de Afganistán.»

En cuanto a los objetivos no declarados, el periodista Jorge Bañales recordó en Brecha que «Afganistán alberga en su suelo uno de los tesoros minerales más ricos del planeta, con un valor de entre 1 y 3 billones de dólares. El país tiene vastos yacimientos de oro, platino, plata, cobre, hierro, cromita, litio, uranio y aluminio, y posee esmeralda, rubí, zafiro, turquesa y lapislázuli de alta calidad [además de] las llamadas tierras raras, como lantano, cerio, neodimio, zinc y mercurio. Muchos de estos elementos son esenciales para la fabricación de teléfonos celulares y computadoras. Aunque la extracción de petróleo es ínfima –unos 35 mil barriles diarios–, se calcula que el país contiene reservas de unos 1,9 billones de barriles. Por ahora, un recurso dominante en la economía afgana es la plantación de amapolas y la producción de opio.»

[2]Y agrega Leandro Albani en La Tinta: «Afganistán fue un negocio redondo para el complejo militar-industrial de Estados Unidos. Y también generó beneficios extraordinarios para los “contratistas” a través de “negocios colaterales”. Seguridad privada, reconstrucción, ONG, suministros y un largo etcétera que Washington viene impulsando desde la administración de George W. Bush. Ya sea la compañía Halliburton –con Dick Cheney a la cabeza- o la temible empresa de seguridad Blackwater (ahora Academy), se convirtieron en las verdaderas ganadoras de la invasión. En 2003, este sistema de explotación fue perfeccionado en Irak.» Conviene señalar que la inmensa corrupción detrás de la construcción de ‘hospitales y escuelas fantasma’ inexistentes no fue solo responsabilidad del gobierno afgano títere, sino de las mismas empresas contratistas yanquis.

Quizás por eso el contraste con la situación humanitaria del pueblo afgano es más intolerable. Tras 20 años de ocupación militar, trillones (millones de millones) de dólares y decenas de miles de muertos, Afganistán sigue siendo uno de los peores países del mundo para sobrevivir a un parto o para llegar a los cinco años de vida. Es verdad que la situación de las mujeres mejoró un poco respecto a la opresión que vivían bajo el Talibán; pero eso fue en las ciudades y entre las jóvenes de clase media. La inmensa mayoría de las mujeres –y de la población− vive en zonas rurales donde no experimentaron cambio alguno a manos de los distintos bandos fundamentalistas: violaciones, torturas, matrimonios infantiles o forzados, prohibición de estudiar, de trabajar y de salir de su casa sin un hombre.

Según datos de ACNUR, OIM y OCHA, hay más de 3,5 millones de personas afganas refugiadas o desplazadas internas; el índice de desarrollo humano es uno de los peores del mundo; Afganistán es el tercer país del mundo con la tasa más alta de mortalidad infantil entre los menores de cinco años: 161 por 1.000; 18,4 millones de personas (casi la mitad de la población) necesitan ayuda humanitaria, y casi 12 millones tienen inseguridad alimentaria aguda; el 54 % de la niñez tiene retraso en el crecimiento y más del 67 % sufre malnutrición; el 20% de los niños trabajan desde temprana edad; solo el 23% de la población tiene acceso a agua potable y el 12% a saneamiento; el 80 % de las 250.000 personas que tuvieron que huir desde finales de mayo (por el avance talibán y los bombardeos yanquis) son mujeres y menores (y desde principios de año son unas 400.000).

Ese es el trágico saldo de 20 años de ocupación de EE.UU. y sus socios de la OTAN, los mismos que ahora entran en pánico por el retorno del movimiento Talibán al poder y la suerte de las mujeres afganas, como si en estas dos décadas de la ocupación más larga en la historia de EE.UU. hubieran hecho algo por mejorar realmente sus condiciones de vida. Como dijo a Brecha la historiadora afgana Mejgan Masoumi, en estos 20 años las mujeres mismas «hicieron retroceder los sistemas de opresión que pretendían controlarlas, ya sea el imperialismo occidental o el terrorismo talibán.» No fue la ocupación extranjera la que facilitó los logros alcanzados, sino que «las mujeres afganas son fuertes, inteligentes (…) y lucharon mucho por sí mismas para ganar su derecho a participar en la vida pública y exigir su autonomía.»

Albani y otros analistas señalan que en estos años el Talibán desarrolló una capacidad diplomática que no tuvo durante su primer gobierno (solo reconocido por Pakistán, Arabia Saudita y EAU). Unas semanas antes de la caída de Kabul, los líderes talibanes fueron recibidos como jefes de Estado en China y Rusia. A su vez, en sus primeras declaraciones anunciaron su disposición de ‘tender puentes’ con quienes respeten sus políticas y la ley islámica. Sin embargo, las organizaciones de mujeres desmienten categóricamente ese discurso moderado que solo busca legitimarse ante Occidente, denuncian las atrocidades que están cometiendo en el terreno, especialmente contra niñas y mujeres, exhortan a los medios occidentales a no contribuir al lavado de imagen y piden a los gobiernos no establecer relaciones diplomáticas con el nuevo régimen.

Por eso es fundamental, hoy más que nunca, dejar que las afganas hablen por sí mismas y difundir su palabra. Mejgan Masoumi dice que en Afganistán «se están levantando y resistiendo de diversas maneras. Reclaman su bandera nacional y los símbolos de su país y no aceptan la bandera del Talibán. Reclaman su hermosa religión al grito de «Allahu Akbar» («Alá es más grande») y niegan así esta idea de que el Talibán puede utilizar la religión para justificar su violencia. El Islam es una religión de paz, no de violencia.»

A su vez, la organización feminista secular más antigua del país, RAWA (fundada en 1977), recordó en una entrevista que desde el principio ellas predijeron este resultado; en los primeros días de la invasión, el 11/10/2001, RAWA declaró: «La continuación de los ataques estadounidenses y el aumento del número de víctimas civiles inocentes no sólo da una excusa al Talibán, sino que también empoderará a las fuerzas fundamentalistas en la región e incluso en el mundo.»

En la entrevista RAWA afirmó: «Hemos visto que ninguna dosis de opresión, tiranía y violencia puede detener la resistencia. ¡Las mujeres nunca más serán encadenadas! A la mañana siguiente de la entrada del Talibán en Kabul, un grupo de nuestras jóvenes valientes pintó un grafiti: “¡Abajo el Talibán!” Nuestras mujeres tienen ahora conciencia política y ya no quieren vivir bajo el burka, algo que hacían fácilmente hace 20 años.» Y en un mensaje a las feministas latinoamericanas transmitido a través de LatFem, las compañeras de RAWA afirmaron: «Las mujeres afganas hemos aprendido mucho en los últimos 20 años y seguramente encontraremos la manera de resistir esta tiranía. Definitivamente la solidaridad y la ayuda internacional nos dan mucha fuerza y esperanza.​»

Notas:

[1] Como han señalado algunas voces expertas, el retiro de las tropas del país no significa que EE.UU. esté dispuesto a renunciar a una región estratégica en lo geopolítico y lo económico: continuará la guerra aérea cada vez que lo crea conveniente, lanzando drones sobre Afganistán con solo apretar un botón desde su cómoda base en Nevada o desde bases en la región. Es de hecho lo que está haciendo desde las explosiones mortales del Daesh en Kabul.

[2] Durante el primer gobierno Talibán, el 20% de la producción mundial de opio era de Afganistán; hoy es el 90%. Y tras 40 años de guerra ininterrumpida, el 10% de la población afgana es adicta a ese opio barato y de gran calidad.

Fuente: https://desinformemonos.org/las-mujeres-afganas-y-las-lagrimas-de-cocodrilo/
https://rebelion.org/las-mujeres-afganas-y-las-lagrimas-de-cocodrilo/


Evo solo; Mesa, Añez y Quiroga acompañados de Página Siete


Paralelamente, este medio que guía a otros medios de comunicación televisivos, escritos, radiales y agencias, promociona abiertamente a los promotores del Golpe de Estado de 2019 Luis Almagro de la OEA, Carlos Mesa, Fernando Camacho, Samuel Doria y Jorge Quiroga y defiende a Jeanine Añez como figuras democráticas del país, aún después de las masacres de Sacaba y Senkata y del gobierno de facto.

En un estilo ágil, con notas cortas y títulos bien estudiados este matutino, que denuncia “falta” de libertad de prensa en Bolivia, utiliza todos los recursos periodísticos para posicionar una agenda informativa y política proclive a los intereses de las oligarquías locales y de la política norteamericana y que es utilizada por las distintas manifestaciones de oposición al gobierno, al mismo que lo identifica dividido en tres fracciones: la del presidente Luis Arce, la del vicepresidente David Choquehuanca y la del Jefe del MAS Evo Morales.

Lo paradójico de todos sus argumentos es que Evo Morales no solamente tiene y desarrolla una relación directa con varios millones de hombres y mujeres del pueblo boliviano organizado que lo apoyan con mística y compromiso por las políticas sociales, culturales y económicas que desarrolló de 2006 a 2019, por su origen popular y por su vocación patriótica, latinoamericana y antiimperialista, sino que en los países latinoamericanos que visita es recibido por multitudes de los sectores populares, sindicales, campesinos e indígenas como lo demuestran las manifestaciones realizadas en los últimos años en Perú, Ecuador, Chile, Argentina, México, Panamá, Venezuela o España.

Asimismo, líderes de todo el mundo y de distintas orientaciones políticas han manifestado abiertamente su reconocimiento a la importancia histórica y social del liderazgo de Morales, en particular las manifestaciones de aprecio del papa Francisco, Fidel Castro, Pedro Castillo, Ban Ki Moon (Secretario General de la ONU), Lula Da Silva, José Mujica, Andrés Lopez Obrador, Alberto Fernandez, Angela Merkel, Eduardo Galeano, Xi Jing Ping, Vladimir Putin o Rigoberta Menchú, entre muchos y muchas otras.

Por otra parte, la unidad de los tres dirigentes políticos del MAS -Evo Morales, Luis Arce y David Choquehuanca- es manifiesta y clara en los diversos actos públicos tanto del partido político como del gobierno con la presencia multitudinaria de sus seguidores en todas las regiones del país.

Página Siete critica a Morales Morales de dictador y antidemocrático cuando éste ha ganado cinco elecciones con más del 50% de votos en elecciones nacionales y referéndum y ha transformado la realidad nacional, en tanto que Mesa, Quiroga, Añez o Doria no han ganado nunca una elección en Bolivia, aunque los tres primeros se presentan como ex presidentes del país a partir de las casualidades de la historia como fueron la muerte de Banzer, la huida despavorida de Sánchez de Lozada ante la rebelión popular de octubre de 2003 o el Golpe de Estado, respectivamente.

Corresponde recordar que el periódico Pagina Siete de propiedad del empresario Raúl Garafulic Lehm, de sinuosa trayectoria familiar en la política y los negocios, se ha convertido definitivamente en el bastión opositor contra el gobierno de Luis Arce y David Choquehuanca después de haber sido el portavoz oficial y articulador del Golpe de Estado de noviembre de 2019, en la misma perspectiva de varios otros medios televisivos, escritos y radiales. Su padre, de origen croata, fue mimado por el dictador Banzer, nombrado director del canal oficial, armó ilegalmente su propio canal privado; fue embajador en España y refundó La Razón, se favoreció con la privatización de empresas estatales de aviación e hilandería y con los fondos de pensiones durante el periodo neoliberal.

Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente de la UMSA.
https://rebelion.org/evo-solo-mesa-anez-y-quiroga-acompanados-de-pagina-siete/


Perspectivas para las izquierdas


Aunque el Gobierno de coalición entre Partido Socialista y Unidas Podemos y sus confluencias no tiene mayoría parlamentaria, hay una mayoría relativamente sólida de acuerdo de legislatura, apoyo a los presupuestos y estabilidad gubernamental, en el que son importantes la colaboración de los nacionalismos periféricos, en particular ERC y PNV. En pugna por su prevalencia entre las derechas, toda la estrategia del Partido Popular, en colaboración con VOX y Ciudadanos, para dividir y hacer caer al Ejecutivo y adelantar las elecciones generales ha fracasado.

Tras la fase más dura de la crisis sanitaria y socioeconómica derivada de la pandemia, habiendo desplegado un amplio escudo social y frenado la estrategia de bloqueo y crispación de las derechas, el Gobierno progresista y el bloque de la investidura comienzan otra etapa con nuevos retos: la recuperación económica de la mano de los planes y la financiación europea; la culminación de la ambiciosa agenda social frente a la aguda crisis socioeconómica, y el encauzamiento de la cuestión catalana y la crisis territorial. La reciente remodelación del Gabinete expresa su voluntad de avanzar en esos retos y aspira a agotar la legislatura hasta finales de 2023 (o primeros del 2024), con la tarea de consolidar la victoria del bloque progresista en esas elecciones generales y asegurar el cambio de progreso en la siguiente legislatura.

Aparecen tres dilemas relevantes a dilucidar: ¿Tiene suficiente consistencia el proyecto y las fuerzas progresistas, representado por el actual sistema de alianzas, para liderar otra legislatura y profundizar en su agenda reformadora, frente al supuesto avance electoral de las derechas pero aisladas del bloque nacionalista? Aparte de la pugna en las derechas, con la probable absorción deCiudadanos por parte del Partido Popular y la persistencia de VOX, con la correspondiente derechización de ambos¿se va a modificar el mapa de las izquierdas con una recomposición de sus equilibrios estratégicos y representativos, con mayor o menor prevalencia del Partido Socialista,y las inclinaciones centristas de un sector del mismo, respecto del espacio del cambio, con una agenda firme de progreso?. ¿Va a avanzar un proceso colaborativo y confluyente entre las fuerzas del cambio (Unidas Podemos junto con En Comú Podem yGalicia en Común, con Más País-Compromís, así como con otros sectores diferenciados del PSOE), que no solo permita ampliar el campo electoral común y su reflejo institucional sino promover una mayor activación cívica?

Es imprescindible un análisis riguroso de las tendencias sociales y electorales para enmarcar los respectivos proyectos de país, básicamente tres: conservador, socioliberal y transformador. Con la particularidad de que el Gobierno de coalición progresista y el propio sanchismo ha tenido que expresar un acuerdo (mínimo) entre los dos últimos proyectos y fuerzas progresistas.

No obstante, los dos próximos años son decisivos para consolidar o no esa dinámica democrática y social y sus equilibrios políticos y de legitimidad ciudadana, así como posibilitar su continuidad con un nuevo impulso para la siguiente legislatura. Esa trayectoria probable genera el nerviosismo que subyace en el propio poder establecido y las derechas, así como el intento de la neutralización de la presión reformadora progresista.

La agenda socioeconómica, democrática y sanitaria

Pues bien, con sus límites, los mejores indicadores sobre estos temas los facilita el CIS, del que recojo los datos de su últimoEstudio 3330, Barómetro de julio 2021, con una elaboración propia, expresada en varios gráficos, para facilitar la comprensión sintética de estas tendencias y permitir la aproximación a las respuestas respecto de esos interrogantes.
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En primer lugar, como punto de partida, explico los principales problemas existentes en España según la percepción de la ciudadanía, que deberían definir la gestión institucional en esta etapa y el proyecto de cambio de progreso a medio plazo. El CIS pregunta por tres opciones: el primer problema, el segundo y el tercero. O sea, sumados podrían llegar hasta el 300%. Enumera unos cincuenta problemas. Aquí he desechado los que apenas son seleccionados por un porcentaje de pocas décimas y el resto los he agrupado en tres grandes bloques.

En el primero, ‘Paro y problemas socioeconómicos’, he agregado diversos problemas económicos y sociales incluido, además del paro y la crisis que son los más destacados, aspectos como la precariedad laboral y la educación. Como se pueden elegir de forma compatible, ya sean dos o tres de ellos, aparecen como prioritarios más del 100% de veces (105,4%); significa que la gran mayoría social ha respondido, al menos, con uno de este tipo de problemas socioeconómicos en una de las tres opciones, mayor que la suma de las otras dos. En el segundo, ‘Problemas políticos’, incluyo la inestabilidad política y la falta de acuerdos entre partidos, el mal comportamiento de los políticos, la corrupción…; aquí la suma llega al 55,8% de veces, en torno a la mitad que los problemas socioeconómicos. El tercero, ‘Peligros para la salud’ es el más homogéneo, integra fundamentalmente el impacto del coronavirus y su gestión, al que el Estudio dedica una amplia investigación demoscópica: es muy preocupante para el 35,4% de las personas encuestadas.

Una parte de la población ha elegido un problema de cada uno de los tres tipos (socioeconómicos, políticos, salud), y otra parte ha elegido dos de tipo socioeconómico y uno de los otros dos. Es evidente la desproporción de la amplitud percibida socialmente respecto de los tres tipos de problemas. A título orientativo y de forma simplificada para comparar en términos de porcentaje, más intuitivo, tenemos las siguientes proporciones: 35,1%, la problemática socioeconómica; 18,6% la política, y 11,8% la pandemia.

Se puede añadir que la independencia de Cataluña, sumadas las tres opciones, llega al 5,8% de la población, y que la violencia de género solo es considerada por el 1,1%, así como el racismo por el 0,4%. En estos casos, como en algunos otros que, como digo, no llegan al 1% y no los he considerado, hay que advertir que el CIS selecciona los tres primeros problemas, y ello es compatible con respuestas más abiertas sobre si tal o cual problema preocupa a la gente, cosa que es evidente y masivo para circunstancias como la desigualdad de género o el cambio climático, que aquí apenas aparecen entre las prioridades de la población.

En resumen, esta radiografía nos está mostrando las preocupaciones principales de la sociedad. En primer lugar, se muestra la cuestión social y económica, superior a la suma de las otras dos, con la demanda de empleo decente y protección social en primer plano; en segundo lugar, la temática política que interpreto en la doble vertiente de exigencia democrática y eficacia en la gestión institucional; en tercer lugar, la política sanitaria que lleva aparejada la garantía de unos servicios públicos de calidad que reduzcan la incertidumbre de la pandemia.

Se deducen unas conclusiones muy claras para definir la gestión gubernamental y el proyecto reformador progresista, en disputa entre sus tres orientaciones antedichas aunque en su actual polarización entre derechas e izquierdas (con la colaboración nacionalista): laagenda socioeconómica y laboral, con algunos retos inmediatos (SMI, precariedad laboral, ley de vivienda, política energética, reforma laboral, fiscalidad progresiva…) y la financiación europea adicional para la recuperación económica (verde y digital); laagenda democrática, de eficacia política y legitimidad institucional, incluido la regulación del marco plurinacional y territorial, así como de los grandes poderes constitucionales (empezando por el judicial y la Corona), y la agenda sanitaria, con garantías de seguridad y servicios públicos.

En esta nueva etapa, la gestión de las distintas representaciones políticas se va a confrontar con estas demandas sociales mayoritarias, en el marco por la configuración de nuevos reequilibrios de poder institucional. Su evaluación por la ciudadanía va a ser fundamental. Va a seguir estando mediada por una profunda y prolongada pugna sociopolítica, cultural y mediática, para ampliar la legitimidad de las fuerzas en presencia. Todo ello permitirá articular los correspondientes electorados y sus posibles desplazamientos para las siguientes elecciones generales.

Es un proceso intermedio para configurar las mayorías parlamentarias determinantes para continuar una senda de progreso social y democrático, frenarlo con el riesgo de una involución autoritaria y regresiva, o bien gestionar un simple continuismo centrista. Este plan intermedio, muy querido por los poderes económicos y europeos, tiene difícil traducción política para el Partido Socialista, por la oposición visceral de las derechas políticas y, por otro lado, por las demandas cívicas de reformas sociales y democráticas y la persistencia del espacio del cambio de progreso y las fuerzas nacionalistas; pero la tendencia es fuerte.

Expectativas electorales contradictorias

Tras este análisis de las características e interrogantes de esta nueva etapa política de la segunda mitad de la legislatura, con una valoración de los principales problemas percibidos por la población y la necesaria agenda socioeconómica, democrática y sanitaria, evalúo dos aspectos complementarios.Primero, las tendencias electorales con el voto definido para unas próximas elecciones generales. Segundo, la composición de los bloques ideológicos en el eje izquierda / derecha, particularmente, la identificación ideológica de los electorados de las tres fuerzas progresistas o de izquierda: Partido Socialista, Unidas Podemos (junto con sus confluenciasEn Comú Podemy Galicia en Común) y Más País-Compromís (junto con Equo); se trata de comprobar su dimensión, afinidad y complementariedad.

Las próximas elecciones serán las andaluzas para finales de 2022 -si no se adelantan-, previas al nuevo ciclo de las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023. Las elecciones generales no son inminentes, probablemente se agote la legislatura y falta más de la mitad de ella. Sin embargo, tanto en la sociedad como, sobre todo, en las direcciones de los partidos políticos comienzan a desarrollarse expectativas y planes para ampliar su legitimidad social y su apoyo electoral e incrementar sus posiciones de poder institucional desde el que implementar sus respectivos proyectos y alianzas para la siguiente legislatura. Y va a ser decisiva la gestión del Ejecutivo progresista y sus aliados parlamentarios, confrontada a la oposición de las derechas, respecto de los principales problemas de la sociedad, tal como son percibidos por las mayorías sociales con su articulación cívica y bajo la pugna política, discursiva y mediática.

Con esas consideraciones y dadas las expectativas de los diferentes grupos políticos, tiene sentido estos estudios demoscópicos, cuyos resultados no son unánimes, pero ofrecen alguna orientación sobre el devenir político.

En todo caso, hay que advertir un hecho político relevante para garantizar la gobernabilidad estatal en este sistema parlamentario: finalizado el bipartidismo y en el marco de un nuevo sistema de bloques, el Gobierno de coalición de izquierdas puede alcanzar acuerdos significativos con grupos nacionalistas y regionalistas para garantizar una opción de progreso y la articulación territorial, mientras las derechas están más aisladas para conseguir ser mayoría parlamentaria y acceder al Ejecutivo.

Por tanto, el tipo de proyecto de país y la estabilidad gubernamental no depende solo de la polarización entre esos dos bloques de izquierdas y derechas (con sus respectivos reequilibrios internos), sino de la actitud de ese tercer bloque, muy heterogéneo y en el que, aunque predomina el eje territorial/nacional, las tendencias de izquierda también son mayoritarias.

Analizo, en primer lugar, la encuesta del CIS por ser la más amplia, aunque contrasto sus resultados con otras del ámbito privado. En el gráfico adjunto expongo los datos expresados de Voto + simpatía, reelaborados en porcentaje respecto de la participación válida a las formaciones políticas que llega al 74,1%. No considero el 25,9% de personas que apuestan por la abstención, el voto blanco y nulo oNo sabe/ No contesta. Dejo al margen los partidos nacionalistas y regionalistas y solo valoro las formaciones y alianzas estatales, agrupadas en los dos bloques: derechas (Partido Popular,VOXy Ciudadanos) e izquierdas (las tres mencionadas, PSOE, UP/ECP y MP-Compr.).

La suma de las izquierdas estatales, con un 47,6%, mantiene una sustancial ventaja respecto de las derechas estatales, con un 38,1%. Hoy en día la estrategia de acoso y crispación de las derechas no ha conseguido dividir y derribar al Gobierno ni recuperar un apoyo electoral significativo que aventure su alternancia gubernamental. Es evidente el aumento electoral del PP, pero a costa de CS, junto con el mantenimiento de VOX.
Imagen/FotoFuente: CIS. Barómetro de julio de 2021 y elaboración propia
En relación con los resultados de las elecciones generales de noviembre de 2019 (participación del 69,2%, incluido votos en banco pero no los nulos), según la tabla adjunta, las izquierdas se refuerzan, desde el 43,6%, y las derechas se debilitan, desde el 45,2%. Las derechas estatales habían conseguido hace dos años más porcentaje de voto que las izquierdas estatales, lo que han aprovechado para cuestionar la legitimidad del nuevo Gobierno. No obstante, derivado de la ley electoral (que perjudica a las minorías, por un lado, a UP y MP y, por otro, a CS) las izquierdas obtuvieron más escaños (155+3 frente a 151) que sumados a los de varias formaciones nacionalistas y regionalistas les permitieron obtener una mayoría parlamentaria para formar (legítimamente) el Gobierno progresista de coalición.

Resultados de las elecciones generales de noviembre de 2019

IZQUIERDAVotos %EscañosDERECHAVotos %Escaños
PSOE 28,3 120 PP 21,0 89,0
UP/ECP 13,0 35 VOX 15,2 52,0
MP/Compr. 2,3 3 CS 9,0 10,0
SUMA 43,6 158 45,2 151,0

Fuente: Ministerio del Interior y elaboración propia.

En el interior de cada bloque se produce cierto reequilibrio representativo. En las izquierdas, el PSOE (32,3%) aumenta su ventaja respecto de UP/ECP/GC (11,3%), casi triplicando sus votos, pero apenas llega al doble si contamos las dos fuerzas del cambio, con el 4% de MP/Compr., que asciende ligeramente, con un trasvase de 1,7 puntos, aunque todavía está muy lejos de UP (con sus convergencias), que casi la triplica.

En las derechas el PP (22,9%) confirma e incrementa la absorción de la mayoría del electorado de Ciudadanos; avanza en su tarea estratégica para concentrar el voto y convertirlo en ‘útil’ a efectos de escaños. Pero VOXpersiste con su electorado, casi la mitad que el del PP, aunque una vez bajando del 15% (al igual que los demás minoritarios) podría verse penalizado en el reparto de escaños. Es decir, el PP podría ver reforzada su prevalencia entre las derechas, pero su suma (38,1%) podría bajar hasta siete puntos respecto de 2019 (45,2%) y, lo que es más importante, alejar sus posibilidades de alternancia gubernamental al tener la dificultad de acuerdo con los grupos nacionalistas, dada la tendencia centralizadora y autoritaria de su españolismo conservador y excluyente, acomplejado por la presión deVOX.

Este análisis demoscópico del CIS está cuestionado por otros estudios privados, que expresan otra realidad. Cito uno de los más significativos, el de KEY DATA, con una participación del 64,3% (contando los votos blancos), casi cinco puntos menos que en 2019.

Encuesta de KEY DATA

IZQUIERDAVotos %EscañosDERECHAVotos %Escaños
PSOE 25,2 102 PP 28,3 122
UP 9,8 25 VOX 15,7 52
MP/Compr. 3,9 6 CS 3,3 1
SUMA 38,9 133 47,3 175

Fuente: KEY DATA (Público29/07/2021), con elaboración propia.

Como se ve según en la tabla adjunta, los datos de este estudio demoscópico, que coinciden con otras encuestas privadas, no pueden ser más dispares con los del CIS. Son similares los de MP/Compr. y CS, pero a las izquierdas le da casi nueve puntos menos (siete al PSOE y 1,5 a UP), con un total de 38,9% (133 escaños) y se los da a las derechas, con una suma del 47,3% (175), a falta de un escaño para la mayoría absoluta. Son evidentes el frenesí de la dirección del Partido Popular, que se reafirma en su estrategia destructiva y de bloqueo, y la preocupación del Gobierno progresista, con su plan de relanzamiento tras la remodelación del Gabinete. Veremos su desarrollo.

Dejo aquí esta prospectiva electoral. Las diferencias demoscópicas son grandes, queda mucho trecho, las espadas están levantadas y, como decía, va a ser decisiva la gestión de esta nueva etapa por todas las partes implicadas, incluido el nivel de activación pública y legitimidad social ante la agenda socioeconómica, democrática (incluido el conflicto catalán) y sanitaria. Desde el punto de vista analítico solo nos queda seguir con rigor los hechos objetivos que condicionan las actitudes sociales y las pertenencias colectivas.

Identificaciones ideológicas de los electorados

Analizo diversos datos de interés, proporcionados por el Barómetro de julio del CIS, que informan de las identificaciones ideológicas de los respectivos electorados, en el eje Izquierda / Derecha y, en el marco de la nueva etapa política, pueden dar pistas sobre su comportamiento electoral.

En el adjunto gráfico expongo la distribución, en tres bloques, según la autoubicación ideológica de todos los electorados, incluido los nacionalistas y regionalistas cuyas mayorías se define de izquierdas (incluso una parte del voto al PNV y a JxCAT). Aunque la escala es de 1 (Izquierda) a 10 (Derecha) y el punto medio puro es el 5,5, dada la ambivalencia y la amplitud del electorado que opta por el 5 he desgajado ese segmento del típico centro izquierda para situarlo solo como centro ideológico: llega al 24% y sobre el hay una fuerte pugna entre ambos bloques políticos. La autoubicación de izquierdas llega al 40,6% (segmentos 1 a 4), y la opción de derechas es preferida por el 25,5% (segmentos 6 a 10). También hay que resaltar el significativo 9,9% de No sabe / No contesta, aunque la otra cara de la moneda es que la gran mayoría del 90% expresa un posicionamiento definido en este eje ideológico de Izquierda / Derecha.
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Como se ve en el siguiente gráfico sobre la distribución de la población en cada segmento según su identificación ideológica, el volumen de cada uno de ellos es desigual. Por tanto, tiene interés comprobar el distinto tamaño de cada segmento ideológico, con la especial particularidad del comentado cinco, que supone la cuarta parte: es elegido por el centrismo ideológico, aunque un sector vota formaciones de izquierdas y otro de derechas, ambas con reclamos de centroizquierda y centroderecha y habiendo fracasado la imagen centrista de Ciudadanos.

En ese ámbito es donde se da abiertamente la confrontación para sumar mayorías electorales y es decisivo en dos sentidos: representativo, para conseguir la delegación de su voto y apoyo político, y de influencia (clientelar, estructural o discursiva), para modificar las ideas y posiciones políticas de esa base social para adecuarlas a su ideario. Es mucho más decisivo para las derechas, que parten de un refrendo menor (de quince puntos) respecto de las izquierdas, y deben ampliar su electorado en ese segmento por la doble vía contradictoria: hacerse pasar por centro derecha, es decir, por cierta moderación, o bien apostar por la polarización reaccionaria (trumpista) afín de transformar ese segmento en un mayor posicionamiento hacia la derecha mientras VOX intenta radicalizar el resto, la otra cuarta parte, hacia la ultraderecha.
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Es el dilema del PP, particularmente de su dirección estatal, que bajo la presión de VOX, claramente favorable a la segunda opción autoritaria y ultraderechista, sigue la senda de la tensión política que parcialmente le ha dado resultados en el Madrid de la presidenta Ayuso, facilitado el 4M por la estrategia centrista y perdedora del olvidado candidato socialista Gabilondo y su aparato asesor, pero que es dudoso que se generalice su éxito en el conjunto del Estado.

Los electorados de izquierdas: lo común y lo complementario

Por último, en el gráfico sobre la autoubicación ideológica de los electorados de las tres fuerzas progresistas, detallo su distribución por cada uno de los segmentos de 1 (Izquierda) a 10 (Derecha). Varios rasgos hay que destacar.

757269Fuente: CIS. Barómetro de julio de 2021 y elaboración propia.

Primero, las tres formaciones representan a un electorado muy mayoritario de izquierdas. Al PSOE le apoyan una media del 7% de los segmentos ideológicos de derechas, y a las dos fuerzas del cambio, apenas unas décimas. En el segmento de centro no llegan a sumar la cuarta parte, con una proporción significativa del PSOE y muy poca de las otras dos.

No obstante, hay que recordar que aun con esta escasa representatividad en este segmento de centro y dada la amplitud del electorado ideológicamente de izquierdas, el CIS daba una ventaja electoral cómoda a la suma de las tres fuerzas frente a las derechas. En ese sentido, ambas fuerzas del cambio, UP/ECP y MP/Comprom., representan casi en exclusiva a electorados definidos de izquierda, es decir, tienen bases sociales comunes y no son transversales desde el punto de vista ideológico de este eje.

Segundo, comparando el PSOE con la suma de ambas fuerzas del cambio, la representatividad socialista adquiere mucha ventaja en el segmento 4 (izquierda moderada) con una relación de tres a uno (45,6% / 12,5%) y, al contrario, en el segmento 2 (izquierda transformadora) las fuerzas del cambio (40,1%) sobrepasan ampliamente la representatividad socialista (32,6%), con una proporción intermedia en el segmento 3 (izquierda transformadora). Lo curioso, que ya se notaba en el estudio de las elecciones de 2019, es que entre la gente identificada como de izquierda radical (segmento 1), casi el 10% del total, la mayoría se inclina por el PSOE (36,5% / 29,5%). O sea, contra lo que pareciera por la imagen partidista respectiva, elPartido Socialista (el sanchismo) ha conseguido una fuerte representatividad en ese segmento, disputándole la mayoría de este a ambas fuerzas del cambio. Significa que esos distintos segmentos pueden convivir bajo el mismo paraguas partidista y que aparte de esta dimensión ideológica hay otras variables que explican el voto.

Dicho de otra forma, la disputa política entre los espacios del cambio y el socialista por conseguir su prevalencia se produce en los cuatro segmentos de las izquierdas, con mayor desventaja relativa para los primeros en el segmento 1 (izquierda radical) y el segmento 4 (izquierda moderada) y menor en los segmentos 2 y 3 (izquierda transformadora), y considerando que en el segmento 5 (centro) puede haber algunos reajustes, aunque se supone que la competencia se debería establecer entre todas ellos respecto de las derechas. Todo ello contando con la variable de la abstención, más amplia entre los sectores de izquierdas y, por tanto, del estímulo para su participación.

No hay que olvidar que en las recientes elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid, el PP de Ayuso, aparte del electorado de Cs, creció desde la abstención centrista, particularmente de jóvenes acomodados, y que el electorado socialista se redujo, sobre todo, en dirección a la abstención y a ambas fuerzas del cambio que incrementaron sus porcentajes con una superación nítida (24,2%) respecto de los del PSOE (16,9%).

Tercero, la relación entre los electorados de UP/ECP y MP-Comprom. muestra el rasgo común de su pertenencia a las izquierdas, más del 90% de sus respectivos electorados se definen así, complementado con un fuerte progresismo feminista y ecologista. Eso permite una alta compatibilidad ideológica de las bases sociales de ambas formaciones para conforman un espacio unitario, aunque haya un pequeño sesgo representativo: muy igualado entre la izquierda moderada, diferencia significativa en la izquierda transformadora y muy relevante en la izquierda radical.

Como decía antes, a pesar de cierto crecimiento de MP/Comprom. y relativo debilitamiento de UP/ECP, las diferencias de uno a tres son sustanciales, se mantienen y su traducción a escaños (según KEY DATA) sería de 6 a 21, con perjuicio para ambos yendo separados, y con la reducción institucional de los primeros, prácticamente, al ámbito de dos territorios, Madrid y País Valenciano. Esa división de candidaturas les penalizaría para las elecciones generales que es donde hay una mayor constricción para traducir los votos en escaños por la ley electoral, al menos en 46 provincias.

Por tanto, el reto que tienen ambos es cómo ensanchar el conjunto del espacio del cambio, diferenciado del Partido Socialista, al mismo tiempo que dar pasos en su colaboración para presentar una alternativa creíble y unitaria, particularmente, para las elecciones generales de 2023. A estos dos rasgos, compatibilidad y complementariedad de sus respectivas bases electorales y eficacia en su traducción parlamentaria, se añaden las dificultades y los beneficios de remontar las tensiones pasadas y articular sus respectivos perfiles políticos y legítimos intereses partidistas desde el respeto a la pluralidad, liderazgos compartidos y formas de entendimiento democráticas y cooperativas. Pero sobre ello habrá que volver con detenimiento.

Antonio Antón. Profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid.


https://rebelion.org/perspectivas-para-las-izquierdas/