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«El desencuentro entre Obrador y el EZLN tiene 20 años»


El SIPAZ (Servicio Internacional para la Paz) es un grupo de grupos, una «coalición». Esta organización internacional sin ánimo de lucro se creó tras el levantamiento armado, en 1994, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) con el objetivo de disuadir y prevenir la violencia sociopolítica en el territorio de Chiapas (México), en gran parte habitado por el EZLN. Organizaciones internacionales con experiencia en el campo de la paz, los derechos humanos y la no-violencia activa se unieron para conformarlo y trabajar por la transformación positiva del conflicto y el respeto de los derechos humanos. Desde entonces, han pasado casi tres décadas en las que voluntarios de diferentes países han llevado a cabo labores de acompañamiento, información, hemeroteca, promoción internacional y realización de informes trimestrales, entre otras.

«El actual conflicto en Chiapas no se puede definir como un evento de generación espontánea, sino que surge de un largo y complejo proceso organizativo frente a una histórica situación de injusticia», se puede leer en uno de los apartados de la página web oficial que hace una síntesis del conflicto. El 1 de enero de 1994, los zapatistas se levantaban en armas y las cabeceras mundiales lo recogían. Las instantáneas, muchas de ellas en blanco y negro —tal vez por romantizar la lucha—, capturaban a guerrilleros y guerrilleras cubiertos con pasamontañas. Nadie sería reconocible, iban a una. Desde la Secretaría de Gobierno de México se quiso tender una cortina de humo. Las autoridades acusaron de «mezcla de intereses» a personas «tanto nacionales como extranjeras» y se habló de «campesinos monolingües» (en un intento de obviar la presencia de indígenas que, como es sabido, acostumbran a hablar por lo menos dos lenguas).

Según el Departamento de Defensa de Estados Unidos, el EZLN como ejército insurgente estaba condenado al fracaso. Fue la movilización de la sociedad civil nacional e internacional lo que le llevó al éxito, es decir, a vivir, a sobrevivir según sus ideales —la lucha por la autonomía, las demandas indígenas, el cuestionamiento del capitalismo neoliberal—. En otras palabras, así lo corroboró el Informe de Global Exchange: «La participación de observadores de derechos humanos mexicanos y extranjeros como apoyo a organizaciones y comunidades en zonas lejanas y conflictivas de Chiapas ha limitado los abusos cometidos por parte del Ejército Mexicano y de grupos paramilitares contra las personas y propiedades de las comunidades indígenas». Añadían una línea más esclarecedora: «Esta misión ha ayudado a evitar la guerra genocida practicada en el vecino país de Guatemala». Sin embargo, la guerra de desgaste lleva abierta 27 eneros.

Marina Pages, Coordinadora del equipo de SIPAZ, nos atiende al otro lado del charco y la pantalla, desde San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México). Los zapatistas están tan cerca de ella como de nosotras. En su gira europea «Por la vida», el escuadrón 421 ha visitado ya varias ciudades españolas, otras tantas esperan la llegada de la delegación que tiene previsto viajar a Europa en avión próximamente y que con tantos impedimentos administrativos se está encontrando. De todo ello, del pasado pero también de lo más reciente y cercano, conversamos con Pages.

Marina Pages en el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas hablando a propósito de la presentación del informe anual del Frayba «Los caminos de la resistencia», el 19 de diciembre de 2016.
Imagen/FotoMarina Pages en el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas hablando a propósito de la presentación del informe anual del Frayba «Los caminos de la resistencia», el 19 de diciembre de 2016.

AA


Empecemos por el principio. ¿Por qué el Gobierno mexicano quiso acallar este levantamiento en 1994?

MP


Es algo que se puede observar en todas las américas. Los procesos indígenas se han tenido que enfrentar a represiones masivas. Era muy importante deslegitimar al máximo al oponente (el EZLN) por el apoyo de la sociedad civil mexicana e internacional, que fue casi inmediato después del 94. Cuando el Estado vio que por la vía armada no iba a lograr sus propósitos sin un alto costo político, se abrió la vía del diálogo, pero intentando minimizar lo que se iba a poder discutir en Chiapas. Hubo una reacción política, pero también otra totalmente racista de «cómo vamos a hablar con un grupo de indígenas». El EZLN jugó muy bien sus cartas llamando a asesores y al Congreso Nacional Indígena (CNI) para poder deschiapanequizar el debate al grado de plantear en esos primeros años el encuentro Intergaláctico contra el Neoliberalismo y para la Humanidad. Era decir que lo que estaba en juego en Chiapas era de todo menos chiapaneco y que no se resolvía allí.

AA


Poco de lo acordado en los Diálogos de la Catedral de San Cristóbal de las Casas, un mes después del levantamiento, se ha ido cumpliendo con los años. ¿Había o hay verdadera vocación de llegar a un consenso?

MP


En cuanto a los diálogos de Catedral, el mismo EZLN consultó a sus bases y el 98% dijo que la solución no iba por ese camino. Como texto más significativo tenemos el proceso iniciado a partir del 95 en San Andrés, donde sí se llegan a pactos que el EZLN avala, por ejemplo, los acuerdos sobre los derechos de la cultura indígena.

Lo que falló totalmente en Catedral, aunque acabó de legitimar al EZLN y de darlo a conocer en términos públicos, es que el Gobierno mexicano intentó responder a través de promesas de carácter asistencialista, no reconociendo que en el centro de la demanda zapatista estaba el reconocimiento de que los indígenas también son mexicanos. Querían nacer reconocidos como sujetos de su propia historia. Se quiso tratar el levantamiento como varias otras situaciones de conflictos que se dieron en el país, coaptando y comprando voluntades para acelerar el proceso de solución y no se logró.

AA


¿En qué punto se encuentra el diálogo?

MP


En 2001 se suspendió totalmente el diálogo en lo que el EZLN y el CNI consideraron una traición mayúscula. Con la caída del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el poder y la llegada del Partido Acción Nacional (PAN), se presentó el texto de San Andrés, negociado en el 95, para convertirlo en reforma constitucional, pero lo que se aprobó fue muy por debajo de lo que estaba en el texto. La traición fue consumada por todos los partidos políticos, incluyendo los que se consideraban de oposición, como el partido en el que se encontraba López Obrador (Partido de la Revolución Democrática). El desencuentro entre Obrador y el EZLN tiene 20 años. No se va a superar así como así.

Dentro del Gobierno de Obrador hay ahora una estancia que se llama el INPI (Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas), que está intentando regresar a una reforma constitucional de carácter más amplia, pero no es agenda avalada por el EZLN. El Estado quiere hacer un cambio pero, al fin y al cabo, ese cambio no incluye un componente de desarrollo donde se reconozcan los territorios y, por tanto, no se construyan trenes mayas, ni corredores transístmicos, ni megaproyectos. También hay una tendencia de aprobar leyes positivas sin ningún presupuesto. El EZLN y las ONG lo vemos como una simulación de cambio.

AA


Precisamente, de no haber sido por las ONG, la sociedad civil tanto mexicana como extranjera, periodistas, activistas, que han respaldado a los zapatistas, habría sido mucho más complejo que el EZLN siguiera hoy en pie.

MP


Sí. Todo ello ha jugado un papel de colchón muy significativo para la protección del movimiento y sus bases de apoyo. El costo político de una represión hacia el EZLN es la solidaridad nacional e internacional, que ha sido clave y se combina con elementos de su propia capacidad de comunicarse hacia fuera. Un mundo donde quepan muchos mundos no es algo significativo y relevante nada más para Chiapas. La capacidad de solidarizarse con otros donde no todo gira alrededor de apoyar al EZLN, sino consolidar procesos organizados en otras latitudes sí ha sido muy significativo y lo sigue siendo. De ahí la apuesta actual a nivel global.

AA


Los señalamientos del Gobierno en contra de la sociedad civil, los periodistas, los defensores de los derechos humanos, vienen acompañados del mismo adjetivo calificativo: «conservadores». Algo paradójico.

MP


Sí. Obrador insiste mucho en la victimización. Justamente lo que se esperaría de un presidente de la República sería reforzar la necesidad de la libertad de expresión, de defensores de los derechos humanos que consolidan agendas de cambio y está siendo todo lo contrario. De por sí eran sectores en riesgo y en lugar de buscarles mayor protección los está deslegitimando con argumentos que no tienen ni pies ni cabeza. El Estado desacredita a cada rato y no ayuda a destensar los riesgos en lo local. La violencia se puede ejercer también desde la presidencia municipal, aunque el Estado no interviene necesariamente si hay actores de gobierno involucrados en el ejercicio de violaciones de derechos humanos.

AA


México se encuentra entre los países más letales del mundo para las personas defensoras de los derechos humanos. Solo en 2020 fueron asesinadas 19 defensoras. ¿Cómo afecta esta situación al quehacer de SIPAZ?

MP


Muchos de los defensores que han sido asesinados en los últimos tiempos han sido actores más de base en la defensa de la tierra y el territorio —campesinos, indígenas, gente organizada que se contrapone a intereses económicos—. En términos de seguridad de Chiapas, todavía tenemos la protección de ser extranjeros. El costo de agredirnos es mayor que asesinar a un indígena más en una zona rural de poca cobertura. Pero sí afecta en el sentido de que ese efecto de protección que tenemos se está reduciendo desde los señalamientos de presidencia al cuestionar a la ONU o a la OEA (Organización de los Estados Americanos). Hay un discurso nacionalista xenófobo que nos afecta como organización. No estamos a salvo y cada vez es más preocupante.

AA


Varias delegaciones zapatistas emprendieron en junio la Gira Europea Por la vida. El escuadrón 4, 2, 1 está aquí, pero la delegación que tiene previsto llegar vía aérea se está encontrando con muchos problemas. ¿A qué responden los obstáculos que México y Francia les están imponiendo en cuestiones burocráticas (expiración de pasaportes y acceso al país, respectivamente) para que los zapatistas aterricen en Europa?

MP


Hay una primera parte de funcionariado. Para tener un pasaporte mexicano necesitas una doble identificación, y la mayoría de los zapatistas no van a tener esa doble identificación porque no estudiaron en el sistema mexicano oficial. Es una parte totalmente técnica, que no funciona y que afectaría a cualquier persona viviendo en una zona rural del país. Como indígenas, se suma el racismo de los funcionarios que no te ayudan en ningún momento. Es el racismo de toda la vida: «cómo vas a viajar siendo indígena».

Ahora, que están identificados como zapatistas, ya todo pasa a otro nivel. Obrador ha dicho que hay que ayudarles, pero no se está desbloqueando mucho más rápido la situación. En Francia, el pasaporte COVID es una decisión que afecta a todos los que viajamos desde fuera. No estaría tan segura de hacer una lectura politizada, sé que no es la de la mayoría. Justamente al politizarlo tal vez hagan una excepción, pero no creo que Macron tenga ese tipo de sensibilidad.

AA


¿Sigue respaldando hoy la sociedad civil mexicana el movimiento zapatista como en sus inicios?

MP


No. Hay mucha gente que hoy apoya a Obrador que en los noventa estaba con los zapatistas. La postura del EZLN, tan crítica hacia Obrador, hace que se hayan dado una serie de rupturas. En Europa ahora hay cada vez menos apoyo masivo y más de grupos que en general son más marginales dentro de los distintos países. Romper con el ser «la minoría de la minoría» es complicado y a la vez hay que reconocer que no es la apuesta del EZLN. Ellos no pretenden ser la vanguardia de la izquierda. El hecho de que empiecen también la gira en pleno verano europeo, después de un año y medio de confinamiento estricto, hace que sea muy difícil tener mayor presencia. Aquí y allá.

AA


¿Cuáles son los desafíos más grandes con respecto a la legitimación del zapatismo en México y a nivel internacional en la actualidad?

MP


El tema de la delincuencia organizada, en términos de proteger a sus procesos autonómicos, está muy complicado; nadie sabe muy bien qué sigue en el zapatismo y qué fuera de él. A la hora de la verdad, es el único proceso autonómico que el Estado no ha podido reprimir. Hay algunas expresiones de autonomía en el resto del país que pertenecen al CNI, pero más golpeados por actores, incluso el estatal. Seguir fortaleciendo el CNI también es un reto. Después, iría todo el paquete de los megaproyectos y de la militarización, que afectan a la población en general pero particularmente a las poblaciones indígenas, pues la mayoría de los megaproyectos están cruzando sus territorios.

A nivel internacional, es una oportunidad única que se propusieran nuevamente mover el tablero. El reto del EZLN es que siempre va 10 años por delante de los demás movimientos sociales. Cosas que ahora están muy presentes en los debates, ellos las decían hace diez años: la fragilidad de nuestras democracias, el riesgo de los controles de carácter dictatorial, el cambio climático, la extinción de la humanidad. El COVID-19 ayudó. La urgencia de lo que están planteando está más presente. Lo veo más como una oportunidad que como un reto. El hecho de negar aquello que amenaza la propia vida sigue siendo un instinto casi vital.

Sobre la entrevistadora

Ane Amondarain es una periodista freelance que reside a caballo entre Durango y Getafe, España. Tuitea en @A_berbi.

Fuente: https://jacobinlat.com/2021/08/14/el-desencuentro-entre-obrador-y-el-ezln-tiene-20-anos/


https://rebelion.org/el-desencuentro-entre-obrador-y-el-ezln-tiene-20-anos/