Así, no es de extrañar que el Banco Mundial considere a la mujer como un recurso, una inversión, un factor de producción cuya subutilización debe ser frenada para proyectarlas al frente de la esfera productiva, sea monetaria o doméstica. Su participación liberada de cualquier obstáculo vinculado a su género permitirá aumentar la productividad y la integración en el mercado globalizado de las economías del Sur.